A propósito de…CII

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¿Qué es un Jubileo?

No podemos evitar vivir en una cultura con raíces cristianas y que, a lo largo de los siglos, lo ha impregnado todo o casi todo, ha dejado su impronta. Si no atenemos a la cultura, está llena de simbolismos de los que no nos damos cuenta por la familiaridad  con la que  convivimos con ellos.  La verdad es que ni nos damos cuenta ni nos interesa, como la mayoría de las cosas que nos  rodean, porque no tenemos curiosidad, ni para esto ni para casi nada. Sin embargo, a una servidora le gusta saber el porqué de las cosas. No es que sea curios, es que me gusta entender lo que veo. El domingo, la ciudad de Orihuela, como muchísimas ciudades del mundo, va a celebrar el JUBILEO DE LA MISERICORDIA.

Unos lo verán y serán indiferentes, otros asistirán y ni sabrán qué supone. Esta ceremonia impulsada por el Papa, es la de un Años Santo Extraordinario que comenzará  el 8  de diciembre y finalizará el 20 de noviembre del 2016. Con ella se quiere celebrar el aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II. Supone  una reflexión y poner en el centro la Divina Misericordia,  la Compasión. Comienza con la apertura de  la “Puerta Santa” en cada catedral del mundo cristiano. Pero ¿Qué es el un jubileo o un Año Santo? Es una tradición que se remonta al Judaísmo y consistía en la celebración del un año SABÁTICO, en el que se daba la libertad a los esclavos, se restituían las propiedades a quienes las habían perdido, se perdonaban las deudas, las tierras debían permanecer sin cultivar y se descansaba. En hebreo se refería al yobel, cuerno de carnero como instrumento musical; en latín, iubilum, es un grito de alegría. Normalmente los jubileos se celebran en la iglesia católica cada 25 años, pero este es especial, es la concesión del  perdón, de indulgencias, se quiere profundizar la relación con Dios y con el prójimo e invita a la conversión. ¿Qué supone la apertura de la puerta santa? Se abre el camino hacia la salvación, con un triple toque en la puerta y a la voz de: -“Abridme las puertas de la justicia; entrando por ellas confesaré al Señor”.

Las indulgencias, cuyo significado es  “ser indulgente”, “conceder”, es algo que se da en  nuestro favor, es el perdón de los pecados por mediación de la comunidad creyente, si se tiene disposición de arrepentimiento sincero. Es la asamblea eclesial la que intercede ante Dios, para que nos perdone y volver a Él con un cambio de vida, en la que el prójimo debe ser nuestra prioridad. El creyente o el  nuevo converso, entra por la puerta del  templo a un mundo que nada tiene que ver con el que ha dejado atrás, que es material y corrupto. Las catedrales, en el caso de las góticas, simbolizaba la Jerusalén Celestial, como la describe San Juan en el Apocalipsis, la morada de Dios entre los hombres. El cristiano a través sus  formas verticales, la altura y sus muros, la luz entrando por la vidrieras de colores, encontraban un camino de elevación espiritual. Las bóvedas simbolizan la claridad divina, eran el cielo y la luz evoca un mundo inmaterial y  trascendente, que permite al creyente entrar en contacto con su Dios y hallar ese perdón  que necesita su alma. Cuando los fieles alzaban la vista,  imaginaban que la gracia de Dios, en forma de luz, descendía sobre ellos y eran conducidos al arrepentimiento y la fuerza para mejorar, se sentían transportados. Como el Templo judíos, la catedral era la morada terrena de Dios.

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