A propósito de…XXXIX

Publicidad

el matriarcado y la herencia

Los matriarcados y la herencia

Laura F.
 

Que el matriarcado, como forma de organización familiar y social primigenia, en el que la mujer es la que «manda», dicen los antropólogos que es un mito. Por lo visto los hay que opinan que la idea del matriarcado surge para justificar la existencia del patriarcado.

El que hubiese cultos a diosas como Venus de Willemdorff, en las que parece ser se celebra la maternidad; Hathor egipcia, la madre por excelencia, representaba la embriaguez del placer, el amor y la fertilidad; o Hera, esposa y hermana de Zeus y «reina de los dioses»; no quiere decir que las mujeres «terrenas» tuviesen un status superior y, mucho menos, poder.

Mientras, el patriarcado que es el sistema existente mayoritariamente, la antropología lo define como un sistema de organización social en el que los puestos clave de poder (político, económico, religioso y militar) se encuentran, exclusiva o mayoritariamente, en manos de varones. Sin embargo, existen sociedades matriarcales en las que el concepto de organización no es el equivalente al  patriarcal. Más bien es otra forma de concebir  el desarrollo humano y social desde la colaboración, el consenso y  la contribución mutua, en el que existe una preponderancia de la autoridad femenina en aspectos importantes de la vida privada o pública. Pero no desde el dominio y el sometimiento del varón. Es otra forma de convivencia, otras normas, otros valores como la paz, la efectividad, asociacionismo, la economía, el bienestar social y la  justicia. Y por su «buen funcionamiento» son respetadas y nadie pretende cambiar lo que hay. 

He leído que la existencia de esta forma  de vida existe en ‘La isla de las mujeres’ en el archipiélago de las Bijagós, frente a la costa de Guinea Bissau; las ‘Mosuo’ al sur China, cerca del lago Lugu de 2.700 de altura  las montañas de la región de Yunnan, y las poderosas mujeres de ‘Juchitan’ al sur de México. Una sociedad matriarcal en la que no hay violencia, pero sí el buen trato y  hospitalidad. No existen las palabras violación, guerra, asesinato o cárcel. La herencia se transmite por línea femenina. En cada una de las familias hay una matriarca y es la figura de más alto nivel en el clan.

¿Otro mundo es posible? Sí. La fotoperiodista Anna Boyé explica: «Los matriarcados no se oponen ni se han opuesto nunca al patriarcado. No se trata de que las mujeres opriman a los hombres, sino de un tipo de sociedades más justas organizadas de otra manera». En estas sociedades matriarcales, una de sus bases es el sistema de descendencia que se define por la línea materna. Se pertenece al grupo por la vinculación con las mujeres del mismo: madre, abuela materna, bisabuela materna… Es decir: la madre transmite el linaje. Aunque hay culturas en la que se da el matrilinaje,  sólo para verificar la pertenencia al grupo, porque en  las demás cuestiones familiares y sociales la mujer ni pincha ni corta.

Bueno. Volviendo al tema matrilinial. Es muy interesante el hecho de que desde tiempos ancestrales se tuviese en tanta importancia la línea de descendencia, y eso que nada se sabía de genética. De una forma instintiva, como algo intuido, se sabía que una forma segura  de pertenencia  a la raza no era el haber sido engendrado por el padre, sino por la madre. Por ejemplo. Entre los judíos, se es judío si nace de madre judía aunque el padre no lo sea. Hoy día se sabe que es la madre la única que transmite a sus hijos un material genético exclusivo y que el padre no puede. Son la mitocondrias, que se encuentran en el ADN materno y cuya función es energética. Si esto es verdad los seres humanos arrastramos una herencia  que nos llega de la primera mujer. ¡Vamos! Que somos hijos de nuestra madre, pero de nuestro padre… Hay un dicho o refrán, que no tiene  porqué se peyorativo, que dice así: «El hijo de mi hija, nieto será; el de mi hijo Dios lo sabrá».

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*