De bandas y bandos

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Mateo Marco Amorós / Uno de aquellos…

Fotografía: Joaquín Marín

Cada doce de octubre, celebrando el día acordado oficialmente como Fiesta Nacional de España, surge la polémica entre quienes consideran que más que una jornada de orgullo habría de serlo para la vergüenza y el arrepentimiento. El dilema, principalmente en torno a las consecuencias del descubrimiento de América, no es de hoy. Quienes aprecien novedad en la postura crítica frente a la efeméride festiva desconocen la historia de este país de bandas y bandos.

Sirva que en 1892, celebrándose el cuarto centenario del descubrimiento de América también hubo disidencias frente a la postura oficial. Nos lo recuerda Sisinio Pérez Garzón en el capítulo segundo del libro «La gestión de la memoria. La historia de España al servicio del poder», libro colectivo que resulta de lectura obligada en estos tiempos de debate sobre la identidad. Cuando el cuarto centenario, escribe el historiador, frente a los fastos oficiales en los que participaron la casa real, gobierno e historiadores americanistas y difundieron con aplauso periódicos nacionalistas de ideología liberal conservadora y progresista, haciendo ediciones extraordinarias y publicando artículos que glosaban la gesta como misión civilizadora y signo de superioridad; frente a esto jubiloso, se celebró en Madrid un Congreso de librepensadores.

En este congreso, precisa Pérez Garzón bebiendo de lo publicado en «El Liberal» el trece de octubre de 1892, «se resaltó el carácter de dominación de España y la necesidad de establecer una fraternidad republicana con los países iberoamericanos».

Efemérides dignas frente a efemérides indignas, la reacción de los integristas católicos, plasmada en el diario «El Siglo Futuro», fue rotunda tildando de «profanación» al referido congreso librepensador. Estos tradicionalistas reaccionarios asociaban lo antiespañol con todo aquello que no fuera catolicidad. Por ello criticaban la celebración de ese congreso y al gobierno por permitirlo, organizando como réplica un congreso católico en Sevilla para, entre otros objetivos, «recordar las glorias de la Iglesia en el descubrimiento de América». La España de sacristía contra la España librepensadora tantas veces anticlerical. España excluyente de bandas y bandos en la que siempre sobran españoles. España exiliadora. La del duelo a garrotazos. Como si fuera imposible la convivencia.

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