Plaza Loreto

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Mateo Marco Amorós / A cara descubierta

Joaquín Marín / Fotografía

En Milán, a finales de abril de 1945, en una gasolinera de Plaza Loreto, varios cuerpos boca abajo cuelgan por los pies. Una mujer y cuatro hombres. Tres de los hombres son destacados jerarcas fascistas, el otro es el mayor de los jerarcas fascistas, Mussolini. La mujer es Clara Petacci amante del dictador. Mussolini y Clara, huyendo a Suiza, fueron detenidos por los partisanos en Giulino di Mezzegra, provincia de Como. En realidad Mussolini llevaba casi dos años huyendo desde que el Gran Consejo Fascista le apartara del poder. Mussolini respondió arrimándose aún más a Hitler, creando la República Social Italiana de Saló. Esto hasta que oliendo la derrota escape y… Le detengan.

La imagen de la pareja en la Plaza Loreto de Milán nos trae la imagen del final de los Ceaucescu. Casos en los que se aprecia una ira propia de película. Pero la vida no es película. En la vida, aun la crueldad de las víctimas, siempre resta algo de humanidad contemplando sus muertes violentas. El historiador Carlo A. Caranci, crítico con Mussolini, trae una pregunta de Sergio Luzzatto publicada en «Il corpo del duce». Se pregunta Luzzatto –nos pregunta– «si quienes vitoreaban al Duce entre 1922 y 1945, no serían los mismos que, habiendo cambiado de chaqueta, lo insultaban en la plaza Loreto en 1945.» (Véase LA AVENTURA DE LA HISTORA, nº 198, abril 2015, p. 18).

Son miserias humanas que se repiten en la historia, en el día a día de nosotros. Conozco casos similares de quienes gozando del poder tenían que osearse a los tiralevitas que se le acercaban haciéndole la pelota, pidiéndole favores. Los mismos que cuando el fracaso del admirado líder alimentarán con sal sus heridas.

Las biografías sobre Mussolini no le dejan en buen lugar, tildado de violento, homófobo, vengativo, injurioso, despótico, racista y machista. Aun esto –o a saber si por esto– no le faltaron aduladores, posiblemente los mismos que después de muerto le colgaron por los pies. A él, a ella, a los otros. La imagen produce pena. Pena humana por la persona. Pena que no puede borrar las penas que provocaron sus desmanes, acaso sumarse. Pena entre penas. Penuria. Miseria.

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