Vaciando el aire de las caracolas…CVI

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Nosaltres

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Mateo Marco Amorós

En la revista EL TEMPS de diecisiete de febrero último, Xavier Aliaga ha dedicado un estupendo reportaje a Orihuela. Titulado «La lenta recuperació identitaria d’Oriola», el escritor valora positivamente el cómo la Gran Ciudad ha pasado en estos años de una actitud hostil hacia la «llengua» a tener una visión más constructiva. Como pruebas y causas de ello apunta, entre otros aspectos, la publicación por el ayuntamiento de libros y materiales en catalán sobre la identidad perdida, el requisito lingüístico en la administración, el trabajo de los docentes y la superación de viejos prejuicios.

El artículo nace de una reciente experiencia hermosa: el encuentro del autor con alumnado en el Instituto Tháder de Orihuela. Xavier Aliaga, nacido en Madrid, criado en Xàtiva, es filólogo y escritor reconocido. Confiesa que aceptó la invitación del centro con cierto recelo pesándole en la memoria aquellos años de hierro –los 80, los 90– en los que bajo lemas como «Que no te pisen la lengua» algunos oriolanos se resistían contra la política lingüística valenciana. Quienes hemos vivido ese tiempo en otros espacios castellanohablantes, y de manera específica en ámbitos educativos, sabemos de la tensión y horas entretenidas en torno a la cuestión, como de las discusiones bizantinas para mucho desperdicio de esfuerzos y tiempo. Si las lenguas han de servir para crecer, entenderse y abrirse, entonces lo fueron para encerrarse en rancios chauvinismos.

Afortunadamente, como reconoce Aliaga, la actitud de la sociedad oriolana está cambiando. Experiencias como el Aula de conversa Antoni Almunia en la Biblioteca María Moliner verifican la evolución. También la publicación del libro «Llengua i identitat a Oriola a l’època foral» o la guía «Oriola, referent de la cultura valenciana. Un recorregut pel nucli històric» o… Labores que recuperan una identidad si no perdida, sí esquivada. Identidad vivida en el pasado, tristemente, con prejuicio de paleto. Pero ahí está la historia y los símbolos de la historia grabados en piedra, bordados en señera y enarbolados en monumentos que Aliaga inventaría en su artículo y que recuerdan a los oriolanos que son más valencianos de lo que creen.

Quizás el peso que el nacionalismo ha puesto sobre la lengua haya lastrado, perdiéndose ésta, una identidad evidente. Yo que no soy valenciano, lo veo en Orihuela. Y lo percibo como riqueza. Y por eso digo a mis vecinos, si se quiere exagerando, que «del Sénia al Segura», Orihuela es más valenciana que Valencia.

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