Vaciando el aire de las caracolas…CX

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Grande

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Mateo Marco Amorós

Lo leemos en el curioso libro de Eduardo Garnier titulado «Fenómenos. Enanos y gigantes que hicieron historia», estudio original de 1886 que conocemos publicado en español por la editorial Círculo Latino en 2006. En este libro se hace referencia a M. Hay, enano que vivió a finales del siglo XVIII en Inglaterra, «acaudalado caballero del condado de Sussex» que llegó a ser miembro de la Cámara de los Comunes. M. Hay además de escribir poesía escribió un tratado titulado «Ensayo sobre la deformidad». En él muestra ser consciente de las desventajas que procura una tara como la suya. Y parece que se siente perdedor. Como con mala suerte. Y quizás por ello, o más por ello, se muestra muy agradecido con sus electores. Y es aquí cuando, comprometiéndose a no defraudarlos con su comportamiento, nos muestra una gran talla política.

Por ello, si nos parecía derrotado y frustrado, el enano se nos crece en virtudes al denunciar con su actitud la pequeñez de otros políticos que se consideran grandes pero al cabo, siendo corruptos, menguan en humanidad al menguar su integridad. Para conocer mejor a nuestro personaje veamos el fragmento que de su «Ensayo sobre la deformidad» selecciona Garnier. Escribió Hay: «Una deformidad corporal es muy rara, y puedo afirmar que una persona tan desgraciada como yo es como un individuo que hubiera sacado a la lotería el número perdedor entre mil ganadores. Entre los quinientos cincuenta y ocho gentlemen de la Cámara de los Comunes, soy el único de esta conformación: doy, pues, las más expresivas gracias a mis electores, que nunca han hecho objeción ninguna relativa a mi persona, y espero no darles nunca ocasión de reprobar mi conducta.»

Como podemos comprobar, en este fragmento se aprecian varios valores en relación al particular personaje. Por un lado la aceptación de una deformidad, por otro el agradecimiento a unos electores que no consideran límite su ser diminuto –esto es valor positivo de los ciudadanos– y finalmente la virtud del compromiso por mantener una conducta que no pueda ser censurada por sus votantes, es decir, la voluntad de no defraudarlos.

La mayor o menor grandeza de un ser humano no reside, entonces, en su tamaño físico. Más en sus virtudes. El conocernos a nosotros mismos y ser conscientes de nuestros límites, ser agradecidos con los demás, el compromiso a ser honrados y serlo, nos hace grandes. Lo contrario nos mengua.

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