Vaciando el aire de las caracolas…LXXXIV

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Meló

 Meló

Mateo Marco Amorós

Correr más que Meló no es correr muy rápido, sino correr mucha distancia; porque en ello destacó el popular corredor alicantino José Morant «El Meló». Sirva de ejemplo la carrera que un domingo, tres de julio de 1927, desarrolló entre Orihuela-Torrevieja-Orihuela, cuya crónica, firmada por K. Peruza –simpático pseudónimo– la podemos leer en el semanario orcelitano «El Pueblo» (véase «Carrera pedestre». En «El Pueblo», 168, 6.07.1927). La distancia recorrida fue de sesenta y siete kilómetros. La ida por Almoradí, Rojales, Benijófar y Torrevieja. La vuelta, por San Miguel de Salinas y Bigastro. Sesenta y siete kilómetros en un tiempo de seis horas y cuarenta y cinco minutos en circunstancias –era principios de julio– de calor sofocante.

A las tres y dos minutos de la tarde partió Morant regresando a las diez menos cuarto. Según el cronista, la salida «revistió caracteres de entusiasmo; un numeroso público estacionado en la puerta del casino ovacionó al célebre corredor». Una hora y pico después, a las cuatro y trece, con escaso público, «El Meló» pasaba por Almoradí. Con alguna expectación, a las cuatro y cincuenta y cinco, por Rojales y, a las cinco y tres, por Benijófar donde –aquí sí– «se le recibió con grandes aclamaciones de entusiasmo». Tanto entusiasmo que el atleta «materialmente arroyado por el público tuvo que detenerse para saludar a sus nuevos admiradores.» A las siete menos cinco de la tarde llegaba Morant a Torrevieja. Una comisión del consistorio le dio la bienvenida a la entrada de la población. El corredor continuó hasta el Ayuntamiento donde entregó un saluda del Alcalde de Orihuela a Torrevieja, deseando a la población prosperidad y apoyando la realización del puerto. Por su parte, el Alcalde de Torrevieja contestó agradecido. Todo ello en cinco minutos porque a las siete en punto «El Meló» retomó la carrera.

A unos dos kilómetros de San Miguel, cuarenta ciclistas esperaron a Morant para acompañarle, entrando en el «pintoresco y simpático pueblo» –precisa el articulista– a las ocho y cuarto. Y otra vez tuvo que interrumpir la marcha para saludar a un público entusiasmado. El Alcalde de San Miguel entregó un mensaje para Orihuela significándola como «preciado vergel levantino» y elogiando la belleza de las oriolanas. El trayecto desde San Miguel hasta Bigastro fue accidentado «por lo avanzado de la noche y gran tránsito de este trozo de carretera.» Pasadas las nueve entraba «El Meló» en Bigastro donde «a pesar de lo avanzado de la hora (9 y 25), las calles estaban animadas». Veinte minutos más tarde, a las diez menos cuarto, llegaba a Orihuela.

Esa misma tarde, además de «El Meló», hubo tres corredores más en Orihuela. La noticia la leemos en el mismo periódico. Rompiendo con un cristal el marco de una ventana, se fugaron tres de los cuatro presos que había en la prisión preventiva. Si para Meló la salida y la meta estaban en Orihuela, para éstos Orihuela sólo fue la salida. Su meta, la libertad.

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