A propósito de…LVI

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Murillo navidad

Celebrar la Navidad sin Navidad

Laura F.

En los colegios ya llevamos muchos días preparando el “Festival de Navidad.” Intentamos dar un aire distinto a la fiesta, cada año. Pero lo hagamos como lo hagamos, estemos como estemos, los adultos seguimos sintiendo esa pizca de esperanza, y los niños… lo viven con la ilusión propia de su edad. Sin embargo existen centros escolares y asociaciones que desean celebrar una Navidad sin Navidad. Se alega de todo: el ateísmo de unos, la separación de Iglesia-Estado que quieren otros, unos terceros alegan el carácter consumista de la celebración…Pero nadie quiere perderse la fiesta. Es de una incongruencia sin parangón. Ninguno de los habitantes del mundo occidental, mal que les pese, no puede borrar o cambiar la historia porque se le antoje, como hacen los catalanes.

La navidad objetivamente hablando es una festividad cristiana por lo que, el que no lo es, no debería celebrarla; igual que yo no celebro el Ramadán, ni participo en la Fiesta del Cordero. Por ejemplo. O no celebro la Fiesta de las Luces budista. Me gustan y las respeto. Me he molestado en buscar sus origenes y significado, me remiten a sentimientos de paz, solidaridad, buenos deseos,… Y eso es bueno.

¿Qué tiene el cristianismo de malo para ser rechazado? ¿Jerarquía, fieles, errores,…? ¿Todos? ¿Qué transmite esta religión en su origen? ¿Qué sentimientos me traen? ¿Perjudica seriamente a la salud perdonar siempre, querer a tu prójimo, la esperanza de un vida más allá de la muerte? ¿Los hipócritas? Recuerdo que los hay en todas partes. Entonces… ¿Qué tiene de nefasto y de horrible la persona de Jesús de Nazaret, como para no celebrar que, hubo una vez en la que nació un ser que cambió la historia del mundo a través de la paz y del amor? Mandela, con un mensaje similar, de paz y diálogo, cambió su país, pero no al resto; Gandhi, hizo lo mismo. Pero ambos no llegaron a transformar las estructuras del mundo occidental. Por decir algo. Que la historia tiene su aquel… Sí.

Cualquier historiador puede explicar la evolución histórica, social y cultural de la humanidad a lo largo de los siglos. ¿Pero esconder a unos niños o esconderse un adulto, de la historia y de sus manifestaciones culturales? Es de locos o de incultos. Una señora se permite decir que la fiesta de la Navidad es «una fiesta anterior al cristianismo de la que se apropió la Iglesia sin saber ni siquiera cuándo había nacido Jesús». ¡Qué grado de ignorancia! ¡También los romanos impusieron su cultura, sus dioses y sus leyes a los países conquistados! ¡Remontémonos a la época de los Íberos! ¡O a los Cromagnon! Somos un país tan ignorante que cualquier tontería vale. ¿No sería mejor acoger cualquier celebración que ennoblezca al ser humano? Es cierto que el 25 de diciembre era la fiesta del Sol Invictus, fiesta romana que comenzaba siete días antes y festejaba al dios Saturno, siendo el 25 la del sol invencible. Lo lógico fue que el emperador Constantino, sobre el 330 dC, al proclamar la libertad religiosa, los ciudadanos romanos convertidos al cristianismo, siguieran celebrando las mismas fiestas cristianizadas. ¡Normal! ¡Qué no sabemos la fecha exacta de Cristo! ¡Tampoco se sabe la de Buda y a ningún budista le importa! Lo trascendente es que nació, que vivió y transmitió unas enseñanzas que son guía de millones de personas. ¡Y qué decir del arte, la literatura, la música que surgen en torno al cristianismo! Arrancamos de los libros de texto, de las librerías, de los museos, etc., a los filósofos, artistas, músicos, etc.

¿Les negamos a nuestros hijos el saber y la educación de su sensibilidad porque a los papás, con todo su derecho a creer en los que quieran, deciden borrar de la historia algunos acontecimientos? No nos engañemos, ni engañemos a nadie. Los que no comparten, por diferentes causas, la confesión religiosa, me parece muy bien, pero la cultura es la cultura, el respeto es el respeto y los buenos sentimientos…lo son. Fíjense en los creyentes buenos, coherentes y solidarios y déjense Navidad sin Navidad, de villancicos con letras laicas (eso ya no es un villancico), de pastores que no van a ninguna parte, de Reyes Magos que salen de la nada. Y cuenten a sus hijos que hubo un hombre extraordinario, que llegó a morir perdonando, que su mensaje cambió el mundo, que sus amigos le recuerdan cada año porque sienten que es el Hijo de Dios, porque predicó justicia, amor y perdón.

En recuerdo de Él se celebra la Navidad. ¡Que hay seres que ultrajan su nombre, también! Pero Él jamás hizo daño, ayudó y enseñó. Y cuéntenles lo que representa para otros, aunque a ustedes no les diga nada los sentimientos que promueve. Cuando lleven a sus hijos a un museo que puedan comprender la extraordinaria obra de arte; cuando escuchen el Mesías de Händel, díganles a sus hijos quién inspiró tal maravilla. Y así sucesivamente. Respeto profundamente la creencia o no creencia, pero saber el por qué de los ritos, fiestas y manifestaciones culturales, no sólo del cristianismo, sino de cualquier religión, supone cultura, amplitud de mente y sensibilidad para comprender a los demás. Pero no me hagan una Navidad sin Navidad porque además de ridículo es incoherente. Es una pantomima. ¿Han probado a tomar un café con leche sin café? Por favor…¡Si no hay historia más bella jamás contada!

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