Divino tesoro

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Uno de aquellos…/ Mateo Marco Amorós

Fotografía: Joaquín Marín

Publicado en «El Luchador», diario republicano alicantino, lo firma X. Pseudónimo utilizado en la prensa por diferentes colaboradores. La columna se titula «Rápida». Título usado comúnmente para artículos breves de opinión, aparentemente redactados a la ligera. Estamos a veinte de julio de 1925 y lo que preocupa a X en su «Rápida» es la juventud. Y le preocupa que ésta se muestre «indiferente a las idealidades y a los más importantes problemas»; que convierta las aficiones en obcecaciones; que sólo quiera divertirse, disminuyendo «el amor al trabajo y el interés por el estudio.»

El autor reconoce el riesgo de generalizar pero continúa con su cuita: «Crece la afición a los deportes, a las corridas, a los cabarets, a las juergas, y si a la mayoría le habláis de cosas interesantes, de problemas vitales, de nuevas orientaciones de la vida, os contestará: ¡Déjeme usted de tonterías!» Para terminar, añora los «impulsos juveniles de otros tiempos» transformados ahora en actitud burlona e indiferente –»vuelven a ocupar la torre de marfil»–, fría, desdeñosa, impasible, «ajenos a las nociones de verdad y error, justicia e injusticia». Y le inquieta todo esto porque «cuando un pueblo llega a tener por principal preocupación las diversiones, su ruina es inevitable».

No sabemos si para X, los otros tiempos con impulsos juveniles podrían ser los tiempos de Sócrates. Esto es, los tiempos veintitrés siglos y pico atrás. Esto es, unos dos mil trescientos veinticinco años antes. Si así, el propio Sócrates tampoco estaba contento con la juventud de su época. Sócrates en cita que hemos citado y recitado en otras ocasiones, también se quejaba de los jóvenes: «Los jóvenes de hoy –decía el filósofo– aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros.»

Nada nuevo bajo el sol entonces. Que la juventud preocupara en el siglo IV antes de Cristo, en 1925, en… y nos preocupe ahora es porque en la juventud vemos nuestro futuro. Porque es el futuro. Y quizás, porque es esa juventud de ahora la que habrá de pagar nuestras pensiones. Divino tesoro.

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