Piernas, mujeres y cómicos

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Mateo Marco Amorós / Uno de aquellos

Fotografía: Joaquín Marín

Cuando aquellos autobuses y camiones destartalados aparcaban en la plazoleta rectangular al lado del Teatro Chapí de Villena, la chiquillería abandonábamos nuestros juegos en el Paseo para fisgonear el desembarco de artistas y atrezo. Esto sería, que recordemos, por los años 70. Era un desembarco de utilería y mujeres con pomposos abrigos. «¡Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes, simpático público!» era el reclamo del espectáculo. En el costado de los vehículos se leía algo descolorido TEATRO CHINO. Para nosotros, que aún llevábamos pantalón corto, la atracción era observar a aquellas mujeres pintureras que por lo que anunciaba la publicidad gastaban muchas plumas y pocas ropas en el show que traían. Y piernas. Muchas piernas.

Eran tiempos de pudor mojigato. Algunos con mal gusto decían, en vez de Teatro Chino, Teatro «cochino». Los guardianes de la moral al uso acusaban a las artistas de peligrosas. Pero, en estallido nuestra pubertad, podía con nosotros la curiosidad. La represión aumentaba la seducción. Por eso acudíamos donde poder verlas. Al instante de su llegada. O cuando sus entradas y salidas del teatro.

Sirenas en asfalto ellas, nos abstraían aquellos labios escandalosamente fumadores, carnosos y de intenso carmín. Tenían aspecto de cansadas. Se ganaban la vida soportando a demasiados brutos. Más desapercibidos pasaban los otros artistas. Y los hubo, cómicos y cantantes, de cartel. Cómicos todos de la legua. Gente de carretera y manta en autobuses viejos. De comer, cenar y dormir donde toque y lo que toque. De sesión en sesión.

Este recuerdo de cuando llegaban es ternura viniéndonos por la muerte, a principios de año, de Manolita Chen, empresaria y vedete de aquel Teatro Chino. Viuda del lanzador de cuchillos que le dio el apellido para la vida y el escenario. Cuando en su caso vida y escenario fue un todo. Y se nos ha ido en soledad. Candilejas con telarañas, dicen que a su entierro asistieron apenas siete personas. Muy poco público para quien entretuvo a tanto público popular. Descanse en paz Manuela Fernández Pérez. Descanse en paz Manolita Chen. Y descanse en paz nuestro desasosiego adolescente y perdido. Todo muertos.

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