Por Mateo Marco Amorós
En mi caso empieza a no ser raro que la lectura de un poemario me pille de viaje. ¡Buena señal! ¡Bendita sea! Anteayer con los 40 poemas y un corazón solitario de Paqui Rodríguez Extremera, ayer con La trama de los días de Ramón Bascuñana. Si con el primero por Islandia, fríos y calideces entre paisajes bellísimos, prodigio de la naturaleza viva, creación dentro de la creación; con el segundo por Lisboa, ciudad empinada, la de las siete colinas, del mar a los montes, de los montes al mar, tranvías. Y en Lisboa…
La plaza del Comercio. Todo claror aquella mañana leyendo el poemario de Bascuñana en una terraza de luz a orillas del Tajo. Bebiendo una buena pinta de cerveza negra. Fresca. Y en el poemario de Bascuñana el poema «Lisbon revisited, Álvaro Campos». Con cita de Álvaro de Campos/Pessoa cantando: «¡Oh, amargura revisitada, Lisboa de antaño de hoy!». Cita de Campos/Pessoa y versos brillantes de Ramón: «El Tajo cruza esta verdad siniestra. // Hay una luz caliza / que presumo certeza desgarrada».
Cita, poema, luz caliza, el Tajo, la cercanía de la plaza fulgurante, reverberante esa luz blanca sobre la blanca gravilla, las gaviotas peleando solajes a las palomas, los ferris turísticos y los trasbordadores, servicio público entre las orillas, todo me lleva a aquellos lugares a los que viajamos cometiendo el error de, previamente leídos, querer encontrar lo que imaginamos. Y por ello no saborear el instante real. O también, a aquellos lugares, revisitados, donde cometemos el error de pretender reencontrarnos con aquello que aquella vez nos satisfizo. Cuando aquello ya no es.
Son los riesgos de viajar con la maleta cargada de pretensiones. O con un baúl de recuerdos. Algo así también suena en el poema «Trieste» de Bascuñana. Trenes que tomamos para recuperar imposibles. Cuando lo mejor es viajar con ligero equipaje, atentos al presente. Sin lastres. Y cuánta razón Virginia Moratiel –lo dijimos cuando presentamos el libro de Rodríguez Extremera– afirmando que los poetas son «perfectos compañeros de viaje». Por sus maneras de tratar temas universales. Por el sentimiento que destilan en las encrucijadas del camino.


