Por Mateo Marco Amorós
La Nochebuena pasada, como en tantas Nochebuenas, lo cantamos. Lo cantamos vociferantes, animados por los licores espirituosos después de cenar. Y no sé, pero ese villancico, el titulado Dime Niño de quién eres, lo cante donde lo cante me trae siempre los mismos recuerdos, los de aquellas Nochebuenas en cuadrilla después de la Misa de Gallo en la Iglesia de los Salesianos de Villena, callejeando fríos, todos los bares cerrados, ningún pub abierto y… nosotros de ronda con guitarras, panderetas, zambombas, botella de anís… De casa en casa para, cantando, felicitar la Navidad a los padres y parientes de nuestros amigos, que nos obsequiaban con dulces y sidra.
Esto por no recordar la berrea que, previa a la cena familiar, montábamos algunos parroquianos en el bar Avenida, también en Villena, hasta que los Molina Prats, encantadora familia que lo regentaba, avisaban del cierre, temprano aquella tarde porque la Nochebuena era para todos y… Cada mochuelo a su olivo. Allí, en el Avenida, también el dichoso villancico. Siempre el dichoso villancico del Niño «todo vestidito de blanco», subrayando el «tururú» como conjura burlona contra lo que nos entristecía y me entristece por ese estribillo que recuerda lo ineludible: «y nosotros nos iremos / tururú / y no volveremos más». Evidencia a la que ese tururú chancero no quita pesar.
Estos días, el «no volveremos más» me hace pensar en todos los míos que me faltan, especialmente añorados en las mesas navideñas. En eso y en mi propia falta tarde o temprano. Al respecto, ni siquiera me alivia considerar que lo de no volver se refiere no a la muerte, sino sin mayor trascendencia a la mera despedida de los rondadores para dejar de dar la tabarra marchando a otro lugar, pero…
Ni por esas. Porque al cabo qué es la vida sino una ronda en la que visitamos a gentes. De casa en casa, atravesando calles anchas y estrechas, travesías oscuras unas e iluminadas otras, callejas y callejones, cuestas arriba y cuestas abajo, llamando a portales que no siempre se abren, abrigo o intemperie. Sin embargo, tururú, ronda vital y… «Resuenen con alegría».






