Los cascos

Publicidad

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Mateo Marco Amorós / A cara descubierta

Joaquín Marín / Fotogragía

«¿Has traído los cascos?» Era la pregunta del tendero al hacer la cuenta. Cuenta en papel de estraza, a lápiz. Números escritos con bella caligrafía. El llevar los cascos descontaba la suma. Los casos eran los cascos de las botellas. Y los cascos eran los cascos de los tarros de yogur. Así reciclábamos. Hay países donde en los supermercados bonifican a los clientes que devuelven los envases de vidrio, plástico y metal. Hay máquinas para ello. Depositas los envases y te dan un vale canjeable. Es una buena manera de incentivar el reciclaje.

Cuando el tendero nos preguntaba por los cascos eran tiempos en los que íbamos a la tienda con la bolsa del pan para el pan. Y con otro bolso, cesta o carro para lo demás. Mi amigo Liberto Pastor cuando evocamos esto nos recuerda el nombre con el que bautizaron a esas bolsas de malla utilizadas para la compra: «la chivata». Su permeabilidad denunciaba el contenido mercado.

Eran tiempos de compra diaria en los que las tiendas –de ULTRAMARINOS decían sencillos carteles– olían a especias y a amalgama de los géneros que se vendían. Eran olores fuertes. De ultramarinos… La palabra nos transportaba allende los mares. Y a viajes en barco. Y a bodegas repletas de géneros exóticos. En estas tiendas siempre llamaban nuestra atención las sardinas saladas. En nuestra ignorancia infantil alimentada por lo de ultramarinos, al oír lo de sardinas de cuba pensábamos en una procedencia caribeña. Como el ron. Como la caña de azúcar. Pero lo de cuba era por el recipiente. Años más tarde, ejerciendo de profesor, nos provocará cierta sonrisa cuando un alumno afirme, cuando comentábamos alimentos extraños a nuestra cultura, que él había probado jamón de león. Confundiendo aquí el lugar de procedencia del producto con el animal. Esto retrucando a un compañero que dijo haber comido armadillo.

A través de WhatsApp nos llega una imagen de una tienda de ultramarinos. Fantástica. Al mirarla recuerdo… —Sí, he traído los cascos. Esos que habíamos procurado no romper por el camino. Como habríamos de procurar, al pagar, el fijarnos bien en las vueltas.

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*