Por Mateo Marco Amorós
Llorando el fallecimiento del salesiano don Luis Ángel Suberviola conté que en mis años de colegio en Villena, cuando la EGB, tuvimos la suerte de disfrutar de las bondades de don José Díez Guilabert como profesor de Educación Física. Díez, ilicitano que había fichado como guardameta por el C.D. Villena, trabajó ilusionadamente en el colegio, ganándose por todo y con razón, como persona, deportista y maestro, el afecto de muchos villenenses.
El pasado veintinueve de septiembre, en Elche, Díez Guilabert fue el protagonista de una charla, retomando los «Encuentros con deportistas ilicitanos», organizada por la Cátedra Pedro Ibarra y la Fundació Esport Il.licità. El acto se celebró en la sede de la Universidad Miguel Hernández, en la Plaça de Baix y… Y si de aquellos años en Villena yo tenía el recuerdo de un buen docente, entrenador y persona, el otro día escuchándole reafirmé mis aprecios. No fui el único. Los asistentes, que hasta de Palencia acudieron, también constataron su admiración y estima a Díez Guilabert.
Se habló lógicamente de fútbol. De fútbol y balonmano, deporte este último del que Díez confesó haber disfrutado mucho. —Del minuto cero al sesenta —dijo. Y se habló de la técnica que ha de cultivar un portero y… En las palabras, anécdotas, confesiones y reflexiones de Díez nuevamente encontré al maestro para el que el deporte es mucho más que deporte; un vehículo para hacer mejor a las personas y por ende a la sociedad; un instrumento donde si las instalaciones importan, no menos la familia que acompaña y ha de acompañar al deportista.
¡Deporte! Palestra de alegrías y penas, victorias y fracasos, esfuerzos y satisfacción. Todo tan educador para la vida. Deporte más que deporte, lección fundamental para que ni el éxito apague la humildad, ni la derrota justifique el abandono. Cuando éramos «hombres en construcción» –»proyectos de hombre» nos dijo Díez Guilabert– tuvimos la suerte de tropezarnos con un gran deportista, con un gran maestro y persona. Si entonces su voz fue educadora, educadora sigue siendo. Como la otra mañana en Elche. Ayer, hoy y siempre, gracias a don José Díez Guilabert.


