Por Mateo Marco Amorós
A Manuel Beltrán García
Por la cuenta que me trae, valga hoy más que nunca escribir sujetando con fuerza las ramaleras de la moderación para que no se desboque con desmesuras el panegírico que deseo. Moderación no porque lo que quiero decir no sea cierto sino porque el destinatario de mis palabras desdeña elogios. No por desagradecido sino por esa humildad suya de considerar que lo realizado es sencillamente lo que había que hacer y como había que hacerlo.
He conocido a Manuel Beltrán García en el Instituto de Bigastro, ayer IES Miguel Hernández hoy IES Paco Ruiz. Llegó pocos años después de que yo llegara y allí convivimos unas décadas hasta mi jubilación. Compañero, profesor de Música y, en esas responsabilidades que la administración educativa permite, Secretario y Director. Y Manuel, si profesor competente, ejecutivo competente.
Si la Música nos enseña la suma afectiva de elementos para crear una atractiva composición, Manuel Beltrán, con talento y sensibilidades, tanto en su labor docente como en su labor directiva, ha labrado hermosas partituras sobre el pentagrama educativo de Bigastro. Él, desde su modestia, preparando el traslado a su nuevo destino, no querrá reconocer la belleza de esas músicas, pero yo tengo la obligación –y el honor– de contarlas porque he tenido la suerte de conocerlas de primera mano como compañero docente y como miembro del equipo directivo en el que por circunstancias me embarcó, devolviéndome confianzas que yo había perdido, agradeciendo mis desvelos, animándome y excusando siempre mis defectos. Así su don de gentes que tengo que reconocer.
Predicando con el ejemplo, Manuel Beltrán es un buen ejemplo para glorificación de lo público tantas veces denostado. Buen ritmo de trabajo, melódica gestión de recursos, consonancia entre ciencia y conciencia bajo la batuta del Humanismo. Y por si lo que digo sonara para algunos a música celestial, sirva el aval de emociones que vivimos en la presentación de la revista BARRO, anuario del IES Paco Ruiz. Presentación en la que el Ayuntamiento de Bigastro y la AMPA aprovecharon para homenajear agradecidos a Manuel que, conociéndolo, sé que en su corazón y en su destino murciano nunca cabrán mojones que le separen de Bigastro. Lección de armonía.


