Enrique Aparicio, profesor de la Universidad de Alicante, explicó la historia y predicción de los eclipses antes de la sesión práctica organizada por Astroingeo y Ars Creatio en el Parque Natural de las Lagunas
Este viernes, el Parque Natural de las Lagunas de Torrevieja acogió la observación astronómica, programada en la XVII Semana de la Ciencia de Ars Creatio, y organizada por la Asociación Universitaria de Astronomía Astroingeo-Ciudad de las Estrellas, con el Departamento de Expresión Gráfica, Composición y Proyectos, y el Ayuntamiento de Torrevieja.
Previamente se desarrolló la conferencia de Enrique Aparicio Arias, profesor de la Universidad de Alicante y presidente de Astroingeo, con el explícito título «Eclipse de sol total: 12 de agosto de 2026». Animó a los presentes a vivir un eclipse —en particular, uno de sol total—, por tratarse de un acontecimiento excepcional que nos lleva a experimentar unas sensaciones fuera de nuestro alcance.
El ponente se remontó a los primeros pueblos observadores de los eclipses. De los sumerios destacó que, ante su desconocimiento de lo que producía la vida y la muerte, el día y la noche, suponían que el cielo estaba lleno de dioses, que castigaban o premiaban las acciones de las personas. Al concluir que el Sol es fuente de vida, le rezan y, con el tiempo, crean escuelas de astronomía. Mérito de los sumerios, entre muchos otros en esta materia, es el descubrimiento de los ciclos de Saros: periodos de 18 años y 11 días, correspondientes a 223 meses sinódicos (los transcurridos entre dos mismas fases de la Luna), que permiten la predicción de eclipses. También empiezan a identificar y dar nombre a las constelaciones.
Los egipcios y los griegos mejoraron los calendarios sumerios. A los primeros les interesaba un calendario anual por estar su vida ligada al río Nilo, y representan con frecuencia a los dioses Ra, Anubis y Nut. Los segundos introducen las matemáticas aplicadas a la geografía y la astronomía, y crean escuelas de filosofía y ciencias físicas. Tales de Mileto, impulsor de la geometría con sus teoremas, fue el primer griego que escribió sobre los eclipses, y su discípulo Anaximandro midió los solsticios y los equinoccios. Para los chinos, los eclipses eran combates cósmicos entre fuerzas celestiales. La explosión de una estrella masiva en 1054 que originó la nebulosa del Cangrejo fue registrada por astrónomos chinos y árabes.
Los mayas y los aztecas llamaban «sol roto» a los eclipses. Se cuenta que Bartolomé Colón, hermano de Cristóbal Colón, sabiendo cuándo iba a ocurrir un eclipse, convenció a los indígenas de que la «luna de sangre» del 29 de febrero de 1504 era una señal de enojo divino causado por no proporcionar alimentos a él y a su tripulación; la tribu, asustada, accedió a mantener a los recién llegados hasta que meses después fueron rescatados.
Cervantes narra en uno de los capítulos (XII de la primera parte) del Quijote una conversación entre el protagonista y Pedro el cabrero sobre un eclipse:
- «—Principalmente decían que sabía la ciencia de las estrellas, y de lo que pasan allá en el cielo el sol y la luna, porque puntualmente nos decía el cris del sol y de la luna.
- »—Eclipse se llama, amigo, que no cris, el escurecerse esos dos luminares mayores —dijo don Quijote».
Al final de su conferencia, Enrique Aparicio ofreció toda la información sobre los próximos eclipses que podremos ver desde amplias zonas de España, más concretamente el total de sol del 12 de agosto de 2026 (que entrará por Galicia y saldrá por Baleares), los lugares y las horas exactas, así como su duración. Subrayó que en Burgos (una de las ciudades donde se observará con mayor claridad) los hoteles están preparando reservas para el acontecimiento. En la Vega Baja no llegará a ser total, sino que se verá un halo superior. Recomendó mucha precaución y usar utensilios adecuados (gafas elaboradas al efecto, que se revalorizarán según se acerque la fecha, o cámaras oscuras estenopeicas). Asimismo, mostró fotografías de eclipses anteriores obtenidas en distintos lugares del mundo. Como conclusión, Aparicio afirmó que la vivencia de un eclipse conciencia sobre la pequeñez del ser humano en comparación con el firmamento.
Después de la teoría llegó la práctica, con la observación directa, tras las explicaciones de situación. Los jóvenes investigadores, que habían plasmado en el papel sus respectivas versiones de los astros, los tuvieron a su alcance visual gracias a los telescopios de Astroingeo. Aunque la noche era fría, la claridad del cielo permitió acceder a las estrellas con total nitidez.
La XVII Semana de la Ciencia continúa este sábado 22 de noviembre con la tercera de las conferencias: «Creatividad y género», a cargo de Manuela Romo Santos, profesora emérita de la Universidad Autónoma de Madrid, y cuyo comienzo está anunciado a las 19 horas, en el salón principal de la Sociedad Cultural Casino de Torrevieja.





