Vaciando el aire de las caracolas…LXX

Publicidad

Visión

Visión

Mateo Marco Amorós

Con fecha 28 de junio de 1927, el oriolano Julio López Maymón, deán de Cartagena en Murcia, firma un artículo respondiendo a la encuesta del semanario «El Pueblo» sobre la vista más bonita de Orihuela. Lo titula –véase «El Pueblo», 168, 6.07.1927– «La gran visión».

Arranca su impreciso escrito con un párrafo farragoso. Farragoso y pedante, criticando lo inapropiado –»inadaptado» dice– de la pregunta de la encuesta por condicionar la respuesta hacia la percepción de un paisaje físico, cuando para él también importa el paisaje sentido. Esto es lo que creemos entender y nos lo dirá con un poco más de claridad al final. Precisamente esa resulta para él la gran visión: la que aúna lo que vemos con los ojos y lo que vemos cerrando los ojos. Por esto parece agradarle la colaboración firmada por «El Antepenúltimo Romántico» y publicada en el número 166, aquella que presentamos bajo el título «Inventario», donde también se dice, algo, lo sentido.

Tras el primer párrafo empalagoso, lo dicho: el comentario al escrito firmado por «El Antepenúltimo Romántico» donde, no obstante, parece reprocharle que anunció una percepción interior de la ciudad pero que luego se entretuvo en la externa. A saber. Pero antes ha escrito una reflexión muy cursi: «Las contestaciones que se vienen publicando en este periódico, nos traen recuerdos, tan perfumados de ambiente como de esencias las flores, que trepan por los esqueletos de hierro, o se levantan sobre los enmarañados rosales de los jardines.» Después, tras la alusión dicha al escrito firmado por «El Antepenúltimo Romántico», divaga en torno a qué Orihuela se refiere la encuesta, suponiendo que «en cada pueblo hay dos pueblos». Así, por un lado, se pregunta si se trata de la Orihuela histórica; de la que enumera espacios, hechos, personas, instituciones, Patrones… Por otro, la Orihuela de «adentro», la que se siente al cerrar los ojos. Finalmente reivindica la «Visión de Conjunto», la «gran visión»: la cotidiana del que vive dentro y la espiritual lejana del que vive fuera y, para terminar, se pregunta desde dónde contemplar esta «gran visión», concluyendo, no menos confuso, que:

«Desde el púlpito… desde la tribuna… desde el escaño… desde el altar… se encierra como en anillo conjuntitivo –así dice por conjuntivo– la visión estupenda de la grandeza ungida del Templo Santo.» Pero antes ha dicho que desde «el observatorio que para ello, levanta la conciencia honrada, y religiosa y patriótica…»

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*