A propósito de…LXVIII

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Noli me tangere

¡¡Noli me tangere!!

Laura F.
 

Todas las religiones tienen varios puntos común, como el de creer en un cielo y en un infierno. Cada una la describe según sus filosofías y experiencias. Pero lo normal es que para describirlos siempre estén en la base las vivencias terrenales. Sobre el infierno, para los budistas e hinduistas, se puede decir que es un tiempo más o menos breve y transitorio hasta la siguiente encarnación, que termina en el Nirvana, en el que se conoce la Verdad o «Paraíso» y en el que hay ausencia de sufrimiento.

Los budistas creen que se llega a la unión con el Absoluto. Los judíos piensan que hay un Sheol, algo parecido a la neutralidad, tierra de sombras; y la Gehena, que sería propiamente el infierno. Así mismo, los musulmanes piensan que los malvados se quemarán eternamente. Los cristianos consideran que tanto el infierno como el cielo son estados del ser, no lugares materiales. Durante muchísimos años, más exactamente desde hace dos mil años, los cristianos hemos creído, y seguimos creyendo, en la vida después de la muerte. No sabemos cómo será, pero creemos fielmente y ciegamente en ella. No es porque seamos unos crédulos que nos tragamos todo lo que nos dicen en este sentido. No porque no seamos capaces de pensar y razonar. Es más, creemos porque razonamos.

Partimos de una historia que ocurrió en el mes hebreo de Nisán /marzo-abril) del año I. Durante los preparativos para la celebración de la Pascua, un hombre es condenado y crucificado. Su delito es hablar, decir a quienes quieren escucharlo. No obligaba a ser oído y no daba la tabarra yendo detrás de todos insistiendo y martilleando. Se limitaba a sentarse al aire libre, en el pórtico de Salomón, donde los rabinos enseñaban o en la sinagoga. Como mucho te decía: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Y se marchaba. Si creías que él tenía el poder de Yahveh, te sanaba. Un ser sencillo que muere porque a los despreciados les da su sitio: prostitutas, cobradores de impuestos (con fama de ladrones), enfermos, mujeres, niños, los «àm ha-ares», la gente sencilla, la normal, la que bastante tenía con luchar cada día para salir adelante. Decir que somos iguales en dignidad y que estos tienen preferencia sobre los ricos y poderosos. Que el reino de Dios, es amor. Ese fue su delito. Bueno pues este HOMBRE, después de muerto es visto por los muchísimos amigos que tenía. Quería despedirse y darles un regalo por su aceptación, por su fe. Que le volvieran a ver resucitado.

Creemos firmemente en estos episodios porque sus palabras son verdad, sus enseñanzas honestas y coherentes con su vida, porque creemos que fue especial, el Hijo de Dios, alguien de una pasta que no es conocida. Pues nadie en el mundo existente ha reunido las condiciones que le definen como alguien especial, hasta llegar a una muerte de tan horrible, amando. Conocemos a personas que han muerto por defender la experiencia de ver al GALILEO DE NAZARET, si hubiese sido una mera invención no hubiese durado. Yo, por lo menos, si me invento algo, no dejo que me maten por mi propia mentira. Bueno, el caso es que con las últimas investigaciones científicas, los físicos teóricos y psiquiatras están mostrando ideas revolucionarias. Son términos científicos que sólo sé repetir con palabras sencillas: Hay vida después de la vida. La muerte, no existe como desaparición del ser, sino como puerta a otro lugar u otros lugares. Pueden ver los avances de Sam Parnias, el neurocirujano Eben Alexander, Robert Lanza, el Dr. Brian Greene, Michio Kaku y un largo etcétera que aburre. Es interesante ver como desde la razón y la investigación se llega a conclusiones a las que desde la fe se llegó hace milenios. Sólo resaltar una escena muy poco valorada, realzada o como queremos llamar, representada por distintos pintores y, cada una, con la belleza o el mensaje que el autor quiere mostrar, como «NOLI ME TANGERE» de Alexander Ivanov (XIX). De gran belleza y equilibrio.

El evangelista Juan, uno de los cronistas de la época, cuenta lo que ocurre a la primera persona a la que se muestra Jesús después de morir. En latín significa «No me toques». María no puede tocarle porque ya no es igual que antes de morir. Ha sufrido una transformación en su cuerpo material. Ahora es el SER, energía, el ente, distinto en su aspecto, pero igual en su esencia. Este es el gran misterio que se nos reveló hace dos mil años y en el que creemos algunos, el que nos da la esperanza y la fuerza para resistir lo que nos echen. Esa es la Resurrección de la que hablamos. Somos energía. Vinimos de Dios y volvemos a Dios. Llámese Dios a la Suprema energía, Suma sabiduría, Absoluto, Misterio,…Pero, además, a la primera persona a la que se mostró, fue a una mujer. María Magdalena. Esto es un detalle significativo, porque es la única de sus discípulos que le es realmente fiel hasta la cruz. Este es el gran regalo del Hijo de Dios a las mujeres y a la humanidad.

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