Elemental

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Mateo Marco Amorós / A cara descubierta

Joaquín Marín / Fotografía

Hay cosas que caen por su propio peso. Ordenando papeles recuperamos una noticia de hace años, concretamente de 2010. Una noticia referida al ex primer ministro británico Tony Blair y cuyo titular nos llamó la atención: «Blair cobrará 220.000 euros por hablar sobre cómo ganar dinero». Bajo el titular, con rotulador, con mi maldita caligrafía había escrito una primera reacción sugerida por dicho titular: «¡Elemental, mi querido Blair, elemental!».

Elemental porque si por hablar sobre cómo ganar dinero, ya sea por una, dos o cuatro conferencias, cobramos doscientos veinte mil euros, no es necesario dar más explicaciones. No hace falta ni power point, ni PechaKucha, ni Prezi, ni Padlet, ni Flix Time, ni PhotoPeach, ni… Ni ninguna herramienta TIC de las que ahora se usan para exposiciones en público. No hace falta, si me apuran, ni micrófono.

La gente va llegando al lugar de la conferencia. Si en el país es costumbre la impuntualidad, se guardan unos minutos de cortesía. Descortesía para quienes sí han sido puntuales; como precisaba –y con razón– nuestro amigo Alfredo Rojas. En la espera se forman corrillos. Murmullo y… El ponente saluda y… Y con decir buenos días o buenas tardes o buenas noches y que por hablarles va a cobrar doscientos veinte mil euros, no exige más explicaciones sobre la cuestión. ¡Doscientos veinte mil euros! Esto es, lo que aproximadamente cobra un viejo profesor de Instituto en seis años de trabajo. ¡Dos cientos veinte mil euros por una o varias conferencias! Así se gana dinero. ¿Alguna pregunta?… —¡Elemental, mi querido Blair, elemental!

Tony Blair, como tantos políticos al dejar el cargo, ha sido contratado como asesor o consultor permanente por importantes empresas: la petrolera surcoreana UI Energy, la inversora Mubadala, la financiera JP Morgan Chase, la aseguradora internacional suiza Zurich y hasta por la familia real de Kuwait. —Puertas giratorias —dicen. Todo esto más lo de las conferencias, el beneficio de algunos libros publicados con éxito de ventas y la pensión que recibe del Estado británico como ex primer ministro le han convertido en un hombre muy rico. —Muy rico pero también generoso —dicen.

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