En el oleaje de la luz y la sombra: La hora de los perros

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Imagen: Joaquín Marín

Por Mateo Marco Amorós

Corría el año 1979 cuando Chapa Discos, discográfica fundada en 1975 por Vicente Romero «Mariscal», subsidiaria de Zafiro Records, lanzaba el tercer álbum de Asfalto, titulado «¡Ahora!». Tercero o cuarto si contamos el «Homenaje a los Beatles» que el grupo había grabado años atrás con la casa Redim, un digno recopilatorio de éxitos del cuarteto británico y… En aquel «¡Ahora!» la canción «La hora de los perros». No siendo de las de Asfalto una de mis preferidas, si la traigo hoy es porque viendo lo que veo, viviendo lo que vivo, diría que fue premonitoria.

Calificada por su letra de apocalíptica y anticlerical, «La hora de los perros» canta/cuenta a ritmo marcial la supremacía de los canes sobre el ser humano. Dice una estrofa: «Puede ser que sea cierto / haya llegado la hora / que el hombre como hombre / deje de ocupar el centro». Un centro, estatus preeminente, que según la canción estarían conquistando los perros en detrimento de las personas, perros que incluso comienzan a hablar.

Si no hemos llegado a ese extremo extremo que dice la canción, sí me encuentro y veo perros en lugares no esperados. Así un día, paseando, queriéndome fijar en la criatura que ocupaba un carrito de bebé, me sorprendió un perro dentro del capazo, un chihuahua más tieso que un cojul, orgulloso de su feudo. Donde esperaba ver a un plácido serafín me encontré con un simpático chucho. Donde esperaba niño, anidaba perro. Igual que en muchos parques, donde más perros que niños.

También me pregunto –y empiezo a reconocer el poder canino– observando quién pasea a quién. Porque en ocasiones me parece que es el perro el que pasea al amo, precipitando su caminar. Además, el animal inmune a tirones se aprovecha de esas correas que alargándose acotan espacios, interrumpiendo tránsitos. Y otra, otro día, cuando en una terraza de una cafetería, acercándome a preguntar si una butaca estaba libre, supe que no, descubriendo aposentado en ella un perrito precioso. Por todo esto, aun no siendo de las de Asfalto una de mis canciones preferidas, me acuerdo de «La hora de los perros».