Jueves Santo de ‘Silencio’ y oscuridad en Orihuela

Publicidad

El sonido de los tambores, la bocina y el Canto de la Pasión acompañaron al cortejo de la Hermandad del Silencio

A las once de la noche del Jueves Santo, con el toque de la primera campanada, las puertas de la Iglesia Parroquial de Santiago el Mayor de Orihuela, se abrieron. En medio de la noche y la oscuridad, un sonido. El eco de la bocina avisa que la Hermandad del Silencio ya está en la calle. La procesión con más sobrecogimiento y fervor de la Semana Santa oriolana recorre las calles de la ciudad, en penumbra, pues no hay más luz que la de los faroles de los penitentes. El Señor ha muerto, Orihuela está de luto, y por respeto, se hace el Silencio.

Los hermanos del Silencio avanzan en su cortejo. De tanto en tanto, el toque del tambor marca el ritmo. Es una procesión de recogimiento, de reflexión, de penitencia. Muchos penitentes la cargan a cuestas. Algunos una cruz, otros varias. Algunos descalzos incluso. Todo sea para redimir nuestros pecados y cumplir nuestras promesas. La procesión se para. La bocina quiebra el Silencio. El tambor da la orden. Toca andar.

A lo lejos, una luz. Muchas luces. Cristo ha muerto en la Cruz. Una excelsa imagen, elaborada por José Puchol en 1795, en el que devotos e incrédulos encuentran el consuelo. Ha dado su vida por nosotros, se ha sacrificado para salvar nuestras almas. Y el Silencio, siempre el Silencio, roto por el tambor que marca el paso de los penitentes.

Casi es medianoche, la procesión llega a su punto álgido. El Cristo llega a los Hostales. Se hace la luz, la luz de Dios, que ilumina nuestras almas. Desde la puerta del Hotel Tudemir, los Cantores de la Pasión lo esperan, y al verlo, comienzan a cantar. La emoción sale a flor de piel. El gran gentío, en silencio respetuoso, se pone en pie al paso de Cristo. Las notas resuenan en el eco de la oscura noche, iluminada por Nuestro Señor. Tras él, cientos, miles de pequeñas luces, de promesas, de velas, que buscan el consuelo de Cristo. Una fila interminable, que se pierde en el fondo de la calle, hasta donde alcanza la vista. Unas velas que iluminan el camino, que ponen luz a lo que está escrito, porque para vivir hay que morir, y Cristo lo sabe, y así está escrito.

Puedes ver el vídeo de la procesión de la Hermandad del Silencio de Orihuela aquí:

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*