A propósito de…LIX

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¿Dónde está el fallo?
Laura F.

Después del haber remontado el primer trimestre y de haber comprobado las calificaciones de nuestros hijos, es hora de hacer balance para afrontar el segundo y decisivo trimestre del curso. Algunos habrán comprobado cómo sus hijos han obtenido éxito en su trabajo, en su esfuerzo; otros, habrán fracasado. Partiendo de la base de que el niño/a no tiene ningún problema cognitivo, es decir, que no tienen ningún `problema en el proceso mental para la adquisición de conocimientos, podemos buscar varias causas: hábitos que se han creado, o no, en el estudiante, factores socioeconómicos o el propio sistema educativo.

Sobre los hábitos que “deben” crear en el hijo, el del estudio es uno más en su proceso educativo, como es el orden, higiene, etc. Estos son obligación de los padres y, con ellos en proceso o formados, van a la escuela donde se complementa con otros hábitos, conocimientos y desarrollo de habilidades. De los factores socioeconómicos, hacer la mención que muchos padres no pueden acompañar a sus hijos en sus tareas, ni siquiera estar con ellos en sus casas, ya que ambos trabajan y dependen de los abuelos, tías o, incluso, amigos. Por último el propio sistema educativo.

Normalmente los profesionales de la educación, como son los maestros o, en su caso, los psicopedagogos dan una pautas, las adecuadas, pero que no siempre se pueden llevar a cabo: tener un lugar determinado para hacer los deberes con ambiente de estudio, así como que los padres y tutores estén con ellos de forma cercana; también conocer, por parte de los padres, los objetivos generales de la materia, repasar el trabajo de la escuela, etc. Esto, por desgracia, muchos padres no lo pueden hacer. Pero sí los hay que pudiendo no lo hacen porque como están cansados, no tienen tiempo,…, o porque tampoco saben. Este último caso lo entiendo perfectamente. Mis padres no tuvieron estudios superiores y de los inferiores los justos, pero sí desarrollaron en mí, como casi todos los padres de mi época, otras cuestiones que sí dominaban: trabajo, esfuerza y responsabilidad.

Todo empieza con los hábitos, corrigiendo los malos e inculcando los buenos: educación, respeto, valoración de lo bueno, lo provechoso, de la satisfacción del trabajo bien hecho. Y de esto hay. Lo hay. De verdad. Pero en poca cantidad. Lo mayoritario es, lo contrario. Nos quejamos del fracaso escolar, pero es que hay que sumar la educación del hogar con la del sistema educativo. Llevamos bastantes años con sistemas educativos nefastos. Cada vez que se han tocado, por los respectivos gobiernos, ha sido para peor. Nunca jamás han contado con los profesionales a pie de aula; y, mucho menos, con los de la Educación Primaria, la base para que el estudiando pueda promocionar con éxito en el futuro.

Ni para reformas educativas, ni para los libros de texto. Ocurre como el que se compra una casa y la amuebla porque es bonita, moderna y chic, pero no desde lo práctico, necesario e imprescindible. Al cabo del tiempo la casa es incómoda y la mayoría de los muebles no los necesitas o no te sirven. Estos sistemas educativos que se han sucedido han llevado a una población menos competente y cada vez menos sacrificada en el esfuerzo, más floja, más comodona, menos responsable y muy Light. Estos a su vez han educado a sus hijos de esta forma. Gracias a Dios no todos los estudiantes los son. A las pruebas me remito. Pero sí es cierto que tenemos una masa de adolescentes y universitarios que tienen una inmadurez supina, grandísima e increíble. Aunque en los medios estamos viendo cómo jóvenes   licenciados se tiene que buscar la vida en el extranjero porque las políticas gubernamentales no se esfuerzan por invertir en el propio país, generando inversión en empresas de futuro y que nuestro jóvenes no tuvieran que marcharse. Pero lo cierto es que los que se quedan son muchos, sin cualificación, sin ganas y sin trabajo. ¿Qué ha pasado? Haciéndome mal pensada y viendo lo que estoy viendo llego a la conclusión que en esta pseudo-democracia lo que ha interesado es seguir con un sistema que hiciera a la gente pasiva, meliflua y acomodaticia, para que no diera problemas.

Ciudadanos que tragaran con “todo vale”, sin capacidad de crítica, que se cansa y “llora” cuando tiene que doblar el cuello en el esfuerzo, en el tesón, en la responsabilidad. En dos palabras “sin madurez”. Ese es el verdadero fallo. Pero que nuestros niños y niñas no son los culpables. No. Es el sistema que nos han ido imponiendo, dando como resultado a generaciones “flojitas”. Gente que quiere trabajar poco y ganar mucho, que ha dado lugar a profesionales corruptos en todos los campos. ¡¡PERO NO TODOS!! Gracias a Dios. Por eso el fallo ha sido y está en la educación. Es necesario un sistema educativo que premie el esfuerzo, centrado en conocimientos y desarrollo de capacidades y habilidades, que permita personas creativas y críticas. Personas con madurez propia de su edad. Una educación consensuada por todos los sectores implicados y que no cambie cada vez que un oportunista llega al poder y juegue a ser listo con el futuro de sus ciudadanos.

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