Anatomía de la melancolía: Sobre mis hombros

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Por Mateo Marco Amorós

Fotografía de Joaquín Marín

Entre los múltiples lugares que en Roma podemos visitar, recomiendo Villa Borghese, pasear por sus jardines y entrar en el palacio Pinciana donde la célebre galería de arte y antigüedades. Para ver la colección conviene reservar con tiempo la entrada. Entre las obras que disfrutamos en dicha galería llama la atención el conjunto escultórico que representa a Eneas, Anquises y Ascanio, tres generaciones –hijo, abuelo y nieto– huyendo de Troya, tomada e incendiada por los griegos. La escultura, obra de Bernini, congela un instante de lo relatado por Virgilio con exquisitez en la Eneida. Eneas carga sobre sus hombros a su padre Anquises: «Vamos entonces, padre querido, súbete a mis hombros, / que yo te llevaré sobre mi espalda y no me pesará esta carga; / (…)». Les acompaña Ascanio/Julo, hijo de Eneas. De la escultura, en torre, llama la atención la solidez de Anquises ensalzando los «patrios Penates», todo sobre el hombro de Eneas. Todo.

La actitud de Eneas, salvando a su padre, se ha consolidado como imagen de sublime fidelidad filial. El hijo no abandona al padre. Hasta el punto de perder a la mujer. Creúsa muere. Y esa lealtad y firmeza, tan bien interpretada por Bernini, me hace pensar si sobre mis hombros, a diferencia de Eneas, pesó y pesa mi padre. Pero no siento carga. Su recuerdo me libera. Sí me pesa, y mucho, su muerte tan temprana.

En un pasaje de Los hijos del capitán Grant, en avanzadilla en busca de agua cabalgan Roberto Grant, lord Edward Glenarvan y el indio Thalcave. Roberto evocando su infancia añora con ternura a su padre: su bondad, el cuando se dormía sobre sus rodillas escuchándole tararear una canción escocesa que recuerda confusamente, lo mucho que le amaban él y su hermana Mary… concluyendo la remembranza con este comentario: «¡Mirad, creo que es preciso ser niño para amar mucho a un padre!» —Y hombre para venerarle —añadirá Lord Glenarvan rotundo, remachando la observación de Roberto.

Al margen de los matices que diferencian amar y venerar, de niño y mayor amo/amé y venero/veneré a mi padre. In memoriam sobre mis hombros.

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