
Por Mateo Marco Amorós
Me encanta que manden los míos. Sin duda es lo mejor. Porque los míos son los mejores. Los míos no mienten. Los otros sí. Los míos no son corruptos, sí los otros. Los otros apestan a corrupción. Los míos se preocupan de la gente. Los otros no. Los otros, egoístas, piensan solo en sus intereses particulares. Con los míos todo funciona mejor: la Educación, la Sanidad, las pensiones. El paro disminuye y aumentan las oportunidades para los jóvenes. Y es que con los míos la Economía va viento en popa. Todo son mieles con los míos. Hasta la música suena mejor.
Sobre todo me gustan los míos porque gobernando ellos no me tengo que movilizar. Los otros, con sus negligencias me obligan a un continuo salir a la calle. Y protestar. Y gritar. ¡Menuda lata por su ineptitud! Los otros son incompetentes. Son basura. ¡Qué bien los míos! ¡Los míos! ¡Qué mal los otros! Los otros son feos. Los míos guapos y simpáticos. Los otros, antipáticos. Se les nota en la cara. Su cara, espejo del alma, refleja sus malas intenciones, su poca vergüenza. Su rostro denota su ser injusto. No como los rostros de los míos, semblantes de justicia y equidad.
Tengo la sospecha, incluso, de que estando los míos llueve mejor. Los míos son valientes. Cobardes los otros. Los otros son malos. Malos malos de verdad. Como cantaban aquellos Hermanos Malasombra en Los Chiripitifláuticos: «malos de verdad (…) como una espina que solo sabe pinchar y más malos que la quina». Los otros, sí, hermanos de los Hermanos Malasombra. Malos y, al cabo, tontos. Los míos son listos. Muy listos e inteligentes. Como yo, tan listo e inteligente, que he sabido elegir bien a los míos.
Los otros son unos embaucadores, unos trileros. Los míos son perfectos. Los otros, imperfectos, provocan una desazón continua, un disgusto tras otro, un alud de sinsabores. Los míos siempre tienen la razón. Los otros son la sinrazón. Los míos son esperanza. Los otros, desesperación, un sinvivir, una fábrica de problemas, un tormento. Los míos, lo mejor. Los míos. Los míos. ¡Vivan los míos!
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