En el oleaje de la luz y la sombra: Cumpleaños feliz

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Imagen de Joaquín Marín

Por Mateo Marco Amorós

La pasada semana, en Campello, un grupo de vecinos, amigos de Liberto Pastor Palao, celebramos en comida de hermandad su nonagésimo cumpleaños. Un homenaje muy merecido. Lo de menos, la edad cumplida. Al cabo esta es circunstancia que deseándola para todo ser, especialmente para aquellos que estimamos, depende de muchos azares. Lo que importa es que Liberto los ha cumplido como buen amigo, como buen vecino y por ende como buen ciudadano. Aquí la principal razón del gozo celebrado. El emotivo discurso, los simpáticos versos y las cariñosas palabras que en la sobremesa le dedicaron respectivamente Antonio Escudero, Antonio Bo y Rosa María Martínez glosaron oportunamente las muchas virtudes de Liberto.

Liberto Pastor pertenece a la generación de mis padres, generación que nació durante la Segunda República y se crio durante la guerra y posguerra. Los contextos –las circunstancias diría el filósofo– determinaron los caracteres de esta generación. Ya sé que una generación y sus formas de ser no es un paño uniforme o tapiz monotemático y monocolor, pero sí hay una urdimbre de concomitancias positivas en su ser que conocí en mis padres y que personas como Liberto me las recuerdan para, pasando los años, estimarlas más. Y eso que siendo joven las menospreciaba por «viejas». Concomitancias positivas, valores estimables dignos de imitación.

Leía estos días, en un libro de Juan Sánchez Galera sobre el censo de Augusto, que el emperador romano, en sus Res gestae, confiesa que se sirvió de leyes nuevas para poner en vigor muchas costumbres de los antepasados que habían caído en desuso; y que procuró transmitir a sus descendientes ejemplos de muchas cosas dignas de ser imitadas.

Así el ser de Liberto Pastor, vecino y amigo. Modelo de exquisita educación, de elegancia y trato, modelo –por servicial– de buena vecindad, modelo –cuando trabajó– de profesionalidad, de ciudadanía, modelo al cabo de tantas cosas óptimas para la convivencia… Cosas que lamento perdidas, caídas por desgracia en desuso y que reconozco sanas en el amigo Liberto, cosas que me recuerdan a aquella generación de mis padres que tanto bueno me dieron. Costumbres dignas de ser imitadas.

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