VHS

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Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro

Joaquín Marín / Fotografía

Siempre se dijo que de los sistemas de vídeo se popularizó el peor, el VHS de JVC. Éste triunfando frente al Betamax de Sony y frente al Video 2000 de Philips y Grundig, el preferido por los cinéfilos. Lo de peor, a saber. Doctores tiene la… la tecnología. Y tanto se generalizó el VHS que hasta los que desconocemos el inglés sabemos pronunciar con cierta solvencia eso de Video Home System; de tanto oírlo en los previos a las películas que coleccionamos.

Precisamente ordenando vídeos coleccionados, años olvidados, superando para tostón de quienes cohabitan conmigo la tentación de tirarlos, en esas cintas grabadas disfrutamos de la sorpresa de ver lo que hay en ellas. En muchas lo anuncia la pegatina o algún rótulo apuntado en la caja; pero en otras, careciendo de cualquier información por no haber nada anotado, aumenta la curiosidad y la posibilidad de sorpresa cuando damos al play. También, en muchos casos, aun sabiendo de antemano lo que se grabó, cabe el asombro al ver aquellos anuncios de aquellas cosas novedosas de… Novedosas de hace, más o menos, treinta años. Anuncios, noticias… Porque cuando teníamos tiempo grabábamos los programas y películas dando a la pausa para evitar la publicidad, pero otras veces dejábamos programado el reproductor para que grabara, dándole generoso margen para sortear la impuntualidad de las cadenas, colándose anuncios, noticias y lo que echaran.

En una de las casetes guardadas, en la misma cinta, tenemos la grabación de tres conciertos emitidos por televisión. Uno de Pavarotti, magnífica su limpia voz. Otro de Víctor Manuel, cantante que siempre nos ha gustado. Y otro de The Manhattan Transfer, geniales estos estadounidenses con sus juegos de voces, ritmos y coreografía.

El de Víctor Manuel es de cuando la gira y el álbum «Tiempo de cerezas», corría el año 1989, álbum recopilatorio con algunas versiones cantadas en bable. Un concierto en la plaza de toros de Gijón con guiñol gigante del Colectivo Margen. También con una curiosidad en los créditos de TVE, que en números romanos apuntó un indescifrable MXMLXXXIX. Indescifrable porque si 1989, debería ser MCMLXXXIX. Y si 1990, MCMXC.

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