Vaciando el aire de las caracolas…XCV

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Fimbria

Fimbria

Mateo Marco Amorós 
 

La propuesta de repoblación de la sierra de la Muela, hecha en mayo de 1927 en el semanario orcelitano «El Pueblo» por quien firmaba como Nik, pronto recibió el apoyo del farmacéutico Ginés Marcos. Titulando «Mi cuarto a pinos» –véase «El Pueblo», nº 164, 8.06.1927– firma un artículo donde, tras elogiar con grandilocuencia la prosa del promotor, compromete a alcalde y vecinos escribiendo: «La idea propugnada por Nik abarca aspectos interesantísimos, (…) y, seguramente, será recogida como merece por la dignísima personalidad que rige los destinos de la población y por cuantos sientan el hondo afecto que se engendra por haber nacido o por aspirar a morir –que también es nacer– en este bendito pedazo de suelo.»

Continúa valorando lo útil de reforestar: «la repoblación de los montes que bordean esta vega maravillosamente bella y evocadora, se hace imperiosamente necesaria, si se quiere conservar, obrando con previsión un régimen agrícola permanente, ya que nadie que posea, siquiera mediana cultura en asuntos de agronomía, puede desconocer la influencia que las cumbres y sus vertientes juegan en la composición de las tierras bajas, además de la que imprimen a la climatología del país, asegurando y regularizando el régimen de lluvias, suavizando las torrenteras, fijando los elementos del suelo y, primordialmente, almacenando la energía del sol que, de otro modo, caería, perdiéndose, sobre la tierra yerma, sin poder ofrecer a la vega aquella beneficiosa influencia y a la industria la madera y los productos para sus necesidades múltiples.»

Pero Marcos no sólo ve ventajas materiales. También aprecia espiritualmente la idea de recuperar un paisaje que por belleza nos une al Creador. Y concluye: «Es forzoso que todos, absolutamente todos los hijos de Orihuela, desde el laborioso huertano que, con su esfuerzo humilde, ofrenda la seda de los gusanos y el perfume de los azahares hasta los espíritus más selectos y representativos de la intelectualidad y del arte con la clara visión de su deber, se impongan el de transformar ese marco, (…), en digno remate, en fimbria exuberante que con el aroma de sus esencias, con el murmullo de sus frondas, con el trinar de sus pájaros, sea como el tránsito insensible de esta morada de la Virgen en la tierra y la otra, etérea, azulada, que, en lo alto de los cielos, entre nubes de ángeles y serafines le tiene edificada para solaz y premio de su amor de Madre la Majestad de Dios.»
Fimbria es orla, guirnalda.

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