Virutas de virutas

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Mateo Marco Amorós / Bardomeras y Meandros

Joaquín Marín / Fotografía

Corría finales de mayo de 2011 y bajo el título «Virutas» dedicamos nuestra columna en EPdV (El Periódico de Villena) a reproducir algunas reflexiones anotadas durante la lectura de dos libros de Julio Anguita: Corazón rojo. La vida después de un infarto y El tiempo y la memoria. Como homenaje, considerándolas vigentes, recordemos algunas.

Por ejemplo su queja contra aquellos políticos que usan conceptos simplistas buscando titulares de periódico; denunciando la «sustitución de los contenidos concretos por alegorías, metáforas y mensajes para uso exclusivo en los medios de comunicación.» […] «Al final todo queda reducido a un diálogo más o menos crispado a través de los medios.» […] «Ya no hay ideas, sino concursos de eslóganes» —lamentaba.

Sobre ser republicano, huyendo de lo externo, profundizando en la esencia, advertía que no se trataba de cambiar de bandera e himno, ni de exiliar al rey; ser republicano –concretaba– «es un sentimiento cívico, es parte de un proceso constituyente que forma una cadena del cambio de la sociedad. La república es para hombres y mujeres con conceptos cívicos y éticos forjadores de un entramado de derechos y deberes.» Esto sobre ser republicano, porque sobre ser en general dirá: «En todos los ámbitos de la actividad humana, lo más importante es ser uno mismo en toda circunstancia y momento. Hablar como se piensa y vivir como se habla en público.» Por otro lado, sobre «internacionalismo» comentaba preocupado que «el único internacionalismo que se está desarrollando es el del capital. Estos sin patria, en sus países respectivos alientan las ‘virtudes patrióticas’ que diferencian (casi siempre artificialmente) colectivos, grupos y naciones.» Respecto a nuestro sistema electoral «representativo» demostraba con número de votos por partido traducidos en escaños que no era tan representativo. Finalmente, para la tolerancia aseveraba: «Hay que entender el porqué del otro, que no es lo mismo que compartirlo.»

Reflexiones vigentes entre otras que se nos quedan en el tintero. Ahí están, más o menos compartidas, para memoria de quien nos atrajo para la vida pública como ciudadanos. Que no es poca cosa. Para memoria de quien no fue la «misma mierda» porque nunca fue mierda.

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