Contra el ruido y la farfolla

Publicidad

Carolina Gracia
Portavoz del Grupo Municipal Socialista de Orihuela

Esta legislatura está sirviendo y acabará con el cumplimiento en Orihuela de tres objetivos nada menores: la dignificación del cargo de alcalde y de la condición de sus servidores públicos, el restañamiento de la sangría económica que dejó en herencia el PP con más de 60 millones de deuda y la puesta en marcha de la mejor política social y educativa que jamás haya tenido la ciudad en un momento de graves dificultades para muchas familias oriolanas.

Haber tenido que acudir a solicitar 21,5 millones de euros en préstamos del primer plan de pago a proveedores para abonar las facturas que el PP dejó en los cajones supuso una vuelta de tuerca al presupuesto de 2012, en el que hubo que modificar algunas prioridades, partiendo siempre de la base de que no se gasta nada que no esté presupuestado para que todo el mundo que contrata con el Ayuntamiento cobre por su trabajo.

Pero se han mantenido por convicción las prioridades en Bienestar Social y Educación. En 2013 se destinaron 350.000 euros a ayudas directas para 1.400 familias oriolanas, el doble que en 2010. Y casi 950.000 euros en total a ayudar a las personas en mayor riesgo de exclusión social. Además, el Ayuntamiento se ha tenido que hacer cargo del recorte de 150.000 euros aplicado por el Consell a los servicios especializados del Oriol, el Centro de Estimulación Temprana y el Cris.

Orihuela tiene la mejor política educativa que jamás se ha realizado. Más de 600 familias reciben una beca infantil o complementaria de Erasmus universitaria. Y este año habrá becas municipales en Primaria y Secundaria para compensar los recortes del Consell, como el que ha aplicado al Conservatorio, que ha pasado de subvencionar con 150.000 euros a darle una ayuda de 44.000.

Orihuela tiene la mejor política cultural de su historia. Este gobierno heredó la empresa Orihuela Cultural en quiebra por culpa de la señora Ferrando y la ha saneado. Ha acabado con el pago indiscriminado de cachés artísticos y aplicado una política austera de contención del gasto. Y todo ello, sin embargo, ha permitido abrir y acercar la programación a la cultura de base, a los ciudadanos y la participación, y ampliarla hasta conseguir en 2013 ofrecer casi 1.000 actos. Nunca antes esta ciudad había disfrutado de tal oferta, en cantidad y diversidad. Podemos decir con orgullo que Orihuela está viviendo una verdadera primavera cultural.

Orihuela tiene la mejor gestión urbanística. Se ha avanzado en la redacción del nuevo Plan General, cuyo documento de referencia está aprobado desde junio de 2013 y ya está a punto de salir a exposición pública con la inclusión de un nuevo polígono industrial de un millón de metros ampliables hasta cinco en función de futuras necesidades. Se está trabajado mucho, desde el aire y a pie de campo, en la regularización de los miles de viviendas que tenemos en el término municipal para que todos paguemos los mismos impuestos en la ciudad. Y se ha intentado poner coto a los desmanes urbanísticos. Solo tienen que ver la cantidad de expedientes de infracción urbanística que tramita la Concejalía de Urbanismo, aunque ordenar el desastre heredado sigue siendo una tarea ingente.

Orihuela tiene por fin una concejalía de Juventud, que ofrece ayudas a la emancipación y para la creación de empresas a nuestros jóvenes, cursos de todo tipo y un programa de actividades. Orihuela ha acabado con los centenares de facturas que entraban el Ayuntamiento de cada una de las comisiones de fiestas a través de la firma de convenios con todas ellas. Esta ciudad cobra, y ya no paga, por ceder la vía pública para el Mercado Medieval y adjudica con procedimientos transparentes sus necesidades festeras.

Tan incuestionable es todo que de nada de todo ello oirán hablar al PP y sus secuaces. Ni una sola crítica razonada, ni una sola propuesta, nada han tenido que aportar más allá del ruido que hicieron en cuestiones y momentos puntuales como, por ejemplo, cuando se inauguró la biblioteca o se les ocurrió reprobar -pobres, cómo se les notó la rabia y el odio- a Ana Mas en un pleno. Y más allá del ruido que genera aventar periódicamente supuestas irregularidades para sembrar dudas (tarea en la que, por cierto, Pedro Mancebo es especialista), que ya les digo yo que si hubieran existido, estarían en el juzgado. Porque el PP lleva dos años y medio buscando imputar a algún concejal de este equipo de gobierno para trasladarles a ustedes la idea de que todos los políticos somos iguales y así poder pescar en río revuelto. Pues no, no lo somos. Por eso no lo podrán conseguir. Por eso todo lo que hacen en ruido y nada más que eso. Por eso la política en Orihuela no es cosa de malos o peores, sino de buenos y malos.

El PP de Orihuela vive en un lodazal de corrupción. Ha llevado a esta ciudad a la ruina económica y moral y se ha arrastrado a una ciénaga de la que ya no podrá salir. Ahora ya no tiene marcha atrás. Para eso debieron haber mostrado una vis tolerante que ni siquiera tienen. Ya no pueden ponerse a trabajar por una ciudad que, sinceramente, necesita que todos y cada uno de nosotros le aportemos. No un rato, no, no unos meses. Tampoco. Se trata de años. Poner las cosas y a Orihuela en el sitio que deben y merecen estar va para largo. Hay un tajo hercúleo en esta ciudad en la que se tiene que creer, como creyeron en su día Vicente Escudero y Antonio Lozano, para poder llevarlo a cabo. Los que se dedican a hacer ruido y a la farfolla están por otras cosas que ustedes ahora ya saben y no pasan precisamente por Orihuela.

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*