Vaciando el aire de las caracolas…CXII

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Moda

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Mateo Marco Amorós

El médico y escritor José María Ballesteros, Inspector Municipal de Sanidad, en uno de sus artículos de contenido higienista publicado en «El Pueblo» defendía la nueva moda femenina. Entendamos lo de nueva precisando que estamos en 1927 –véase «Prohigiene. La moda actual en la mujer favorece su salud». En El Pueblo, 170, 20.07.1927, pp. 2-3–. Los argumentos que utiliza, harto descriptivos, no tienen desperdicio.

Ballesteros justifica su aplauso a la nueva moda porque las prendas de la pretérita –miriñaque, polisón y falda larga con cola– «además de incómodas por su volumen y peso resultaban antihigiénicas, porque a los cinco minutos de salir una muchacha de paseo recién ataviada, se convertía en depósito de basura, esputos y todo lo que sus faldas, sirviendo de escobas, recogían a su paso: y al día siguiente, su primera ocupación era la limpieza del vestido manchado, y la muchacha llena de salud y de vida, tragaba y respiraba el polvo y las partículas de esputos secos que sus inocentes manos hacían desprender de su vestido.»

La imagen es desagradable. Pero es lo que inspira al médico como Inspector Municipal de Sanidad preocupado por la higiene. Por ello también denuncia en su escrito a la moda antigua por encorsetar literalmente, con tiranía, a las mujeres, oprimiendo vientre y pecho con «fuerte corsé con duras ballenas». También trata sobre la dieta y aplaude que interese la delgadez. Pero les aconseja juicio para no llegar a estar flacas. Entonces, sin remedio, expone una percepción extendida en su época sobre la mujer, percepción que hoy no soportaría nuestra sociedad que abomina de tópicos machistas: «Esas jóvenes tan bonitas que alegran nuestra vida, finas de cuerpo, pero fuertes y sanas, no han tenido al procurar quedarse delgadas más finalidad, que renovar los motivos de atracción: atraer al hombre, retener su amor, he aquí tal vez la principal obligación que se impone la mujer.» Remata la faena Ballesteros infravalorando a las mujeres, diciendo que visten y se cuidan por elegancia; no siendo por tanto conscientes del bien que procuran a su salud con estas modas.

Elogiando otra vez lo saludable de la nueva moda femenina por ser más ligera y suelta, pudoroso, no olvida decir que lo sea, ligera y suelta, «dentro de los límites de la honestidad». Al tiempo aconseja a las mujeres hacer gimnasia. Sirva, salir al monte. Es aquí donde los elogios al farmacéutico Ginés Marcos y su apoyo –metido con calzador nos parece– a la campaña repobladora forestal que por entonces a algunos preocupaba.

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