Descansen en paz

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Mateo Marco Amorós / A cara descubierta Joaquín Marín / Fotografía

Tras la exhumación de Franco, no siendo única esta mudanza de restos, decíamos ayer que además de las que hubo con José Antonio Primo de Rivera y Cristóbal Colón había más. Y que ya puestos, sin atraernos el asunto, las contaríamos.

Traslado famoso fue el de Napoleón Bonaparte. Falleció en mayo de 1821 en Santa Elena, isla atlántica. Y allí fue enterrado a pesar de que su deseo era estar sepultado junto al Sena. Deseo que tuvo que esperar, reinando Luis Felipe, hasta 1840. Entonces, el Presidente del Consejo de Ministros, Adolphe Thiers, organizó fastuosas exequias. Sonó incluso –dicen– el Réquiem de Mozart. Otra mudanza fue la de su hijo Napoleón II. Desde Viena a París. Napoleón II había fallecido en 1832. El traslado se realizó en 1940. Regalo de Hitler a la Francia colaboracionista de Vichy.

Un traslado que nos conmueve fue el del escritor Eugenio Noel, Eugenio Muñoz Díaz. Interesante personaje que estando en la miseria murió en Barcelona. Veintitrés de abril de 1936. Enviado su féretro por tren a Madrid, quienes lo esperaban en Atocha se llevaron una sorpresa. El ataúd no estaba. En el trasbordo, el vagón en el que iba cargado se quedó en una vía muerta de la estación de Zaragoza. Recuperado el féretro, descansará en el Cementerio Civil de Madrid.

Decíamos que traíamos estos casos sin gustarnos el asunto. Porque siempre hemos sentido con recelo, como malaje –malaje, malaje– el trajinar con los difuntos. Si nos preguntan consideramos que los muertos han de estar donde estaban como muertos. Por esto, en su día, no nos gustó, a pesar de la gran solemnidad, el traslado de los restos de Ruperto Chapí desde Madrid a Villena, su ciudad natal. Como tampoco nos gustó la mudanza del político Joaquín María López en el cementerio de Villena desde la sepultura familiar al pabellón de Hijos Ilustres en el mismo cementerio. Y en contra nos manifestamos cuando se plantea la posibilidad de reubicar las tumbas de Miguel Hernández, Azaña o Machado. Esto por citar algunos ejemplos de muertos considerados desubicados. Descansen los muertos en paz. Descansen en paz.

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