Vaciando el aire de las caracolas…LX

Publicidad

Marín

Marín

Mateo Marco Amorós
 

«Poco más adelante, cuando adquirimos la sabiduría de la bicicleta y cada tarde nos escapábamos más lejos, sobre todo en verano, descubrí que el mundo no tenía fronteras o, mejor dicho, que las fronteras del mundo eran como las uñas de los gatos: retráctiles; retrocedían, en efecto, con nuestros avances y se escondían logrando que el mundo ensanchara sin fin. Las cosas, pues, nunca acaban en un punto o, dicho de otra manera, todo punto, en un momento dado puede darse a crecer.» Lo leímos en «La llanura fantástica» de Luis Bonmatí (Huerga y Fierro, 1997). Uno de nuestros libros preferidos. Un hermoso homenaje a la Vega Baja. Ternuras y fantasías desde la realidad y memoria recreadas.

Pero no hemos venido a hablar de literaturas. O sí. Porque jubilándose nuestro compañero Joaquín Marín no puede ausentarse la literatura. Ni la literatura, ni la luz de la mirada a través de sus fotografías a las que tanto debo. Te jubilas, sí, pero retomamos la cita: «las cosas nunca acaban en un punto». Bien saben tus ojos que en los horizontes que capturas hay siempre un más allá.

Nos dejas, compañero, y serás ausencia. Impregnados de tu ausencia no puedo olvidar al poeta que tanto hemos compartido. Como en aquel recital amable en Murcia, entre alumnos que por edad podrían haber sido nuestros padres o, incluso, nuestros abuelos. Aquel recital que nos puso en la boca el veneno suicida de añorar en nuestro quehacer cotidiano la presencia de un alumnado agradecido, cómplice. Con hambre de aprender. Y desde nuestra predilección por Miguel Hernández y particularmente por su «Cancionero y romancero de ausencias», de donde tomamos un verso –»de recuerdos y lunas»–, para titular nuestra columna compartida en El Periódico de Villena, escojo para despedirte el poema número doce: «El sol, la rosa y el niño / flores de un día nacieron. / Los de cada día son / soles, flores, niños nuevos. // Mañana no seré yo: / otro será el verdadero. / Y no seré más allá / de quien quiera su recuerdo. // Flor de un día es lo más grande / al pie de lo más pequeño. / Flor de la luz el relámpago, / y flor del instante el tiempo. // Entre las flores te fuiste. / Entre las flores me quedo.»

Nosotros, querido Joaquín –»flor del instante el tiempo»– aquí nos quedamos anhelando tus horizontes nuevos.

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*