Encuentros con la poesía

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A cara descubierta / Mateo Marco Amorós

Fotografía / Joaquín Marín

Organizado por la Fundación Cultural Miguel Hernández y por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Orihuela, coordinado por el poeta José Luis Zerón Huguet, dentro de la Primavera Hernandiana, se está celebrando el I Ciclo de Encuentros con la poesía. Todos los miércoles, desde el catorce de marzo pasado y hasta el dos de mayo futuro, poetas vinculados a Orihuela presentarán su obra en la casa natal de Miguel Hernández.

El ciclo lo abrieron con éxito Álvaro Giménez y Luisa Pastor. Que el espacio escogido sea la casa de la calle de San Juan donde nació el poeta, un espacio muy recogido, propicia una intimidad que marida bien con la poesía. La magia de saberse donde vieron la luz esos ojos siempre expectantes que ni siquiera pudo cerrar la muerte favorece el diálogo entre creador y público.

La casa ha sido demasiado tiempo una casa cerrada. Quien por allí pasaba y sabía del poeta acaso imaginaba una sombra de cuna, músicas de llanto y risa, esperanza y vida allí engendradas. Todo amenazando ruina y escombros de olvido. Lo imaginaba doliéndole la desidia relajada, consolándose por contemplando aún la arquitectura donde fue, sentir la presencia original del poeta. Pero la casa quería ser y gracias a instituciones y ciudadanos que lo pedían la casa es. Y está bien que empiece a ser albergando voces de versos. Si el principal legado de Miguel Hernández está donde está, buena es la iniciativa de convertir este lugar en continuo homenaje de la mejor herencia que puede dejar un poeta: la voz de sus versos y la voz de los que, imitándole, hacen versos.

Puede que a algunos les parezca absurdo conservar espacios que nada les dice. Conservarlos sólo porque alguien célebre allí nació. Pero hay espacios que la historia convierte en lugares afectivos y que viviéndolos tienen un no sé qué que los hace vibrar. La casa natal de Miguel Hernández es ahora una casa muy renovada pero les aseguro que si prestan atención, pasando por allí, percibirán ahora sin amenaza de ruina un plañir infantil de quien hizo, del duro bregar, poesía.

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