«No aguantamos más, estamos desesperados por los ruidos y las vibraciones»

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Un matrimonio que reside junto al Museo de la Muralla denuncia que sus motores están mermando su salud y calidad de vida

“Estoy desesperada, esto es un sinvivir por el ruido y las vibraciones desde hace 18 años”, explica María Encarnación Rodríguez a la puerta de su casa en pleno centro de Orihuela. En concreto su vivienda se ubica junto al Museo de la Muralla. Los ruidos y las vibraciones provocadas por los motores instalados en este museo para garantizar su buena climatización y humedad le están suponiendo un perjuicio a su salud y a su calidad de vida, según denuncia. Ella y su marido, Rafael Cerezo, llevan días apostándose toda la mañana en la puerta del Ayuntamiento para reclamar una solución que parece no llegar nunca. ‘Malditos motores del Museo de la Muralla que nos están matando’, rezan los carteles con los que denuncian su situación y recogen firmas. En los últimos meses han conseguido que apaguen los motores por la noche, tras años de lucha, pero insisten en que por el día se mantienen.

Esta vecina explica que las vibraciones son constantes y se notan en toda la casa puesto que su vivienda está pared con pared con el museo y además sus paredes son de piedra y no de ladrillo, por lo que el ruido y los temblores se notan más. El matrimonio vive en esta vivienda desde hace 30 años “antes de que se descubrieran las ruinas” que hoy forman el Museo de la Muralla. Desde que abriera sus puertas hace 18 años malviven con esta situación.

 “Cuando estás un rato en silencio es imposible vivir aquí”, relata la vecina a Diario de la Vega desde el salón de su vivienda. El inmueble lo conforman dos plantas y una terraza completamente remodeladas. “Mi casa está reformada por mi marido y por mí con mucho esfuerzo pero yo he llegado a proponer al Ayuntamiento que se la quede y que ponga aquí los motores, nosotros no podemos seguir así”, asegura. “Me encanta mi casa, las vistas que tengo desde mi terraza o desde cualquier punto pero no se puede vivir”, explica.Por eso han decidido salir de su casa cada mañana e irse a la puerta del Consistorio.

 

En el Pleno de octubre, celebrado ayer, expusieron nuevamente su situación en el turno de intervención dedicado a los vecinos. El encargado de  fue Rafael Almagro, concejal de Urbanismo, quien les aseguró que las vibraciones y ruidos que soportan están dentro de lo “soportable” según los parámetros establecidos por la Organización Mundial de la Salud. “Se hizo algo que no se tenía que haber hecho que es apagar los motores por la noche, y por el día el ruido entra dentro de lo normal”, dijo el edil para “indignación” de estos vecinos que calificaron su actitud como poco acertada para un representante político.

Almagro indicó que se van a trasladar los motores de lugar para acabar con esta situación y para ello ya están en conversaciones con la Universidad Miguel Hernández (UMH) para acometer el cambio de emplazamiento. “El ruido de la calle supone más decibelios que esos motores pero aun así se van a trasladar aunque es algo que no se tendría por qué hacer”, insistió.

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