Opinión: Piel de cordero

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Por José Aix, portavoz de Ciudadanos y concejal del Ayuntamiento de Orihuela

Puede el silencio ser una buena estrategia para no mostrarse uno a sí mismo ignorante ante los demás. La prudencia es en sí misma una virtud, por lo que ser prudente en la comunicación y calibrar cuándo debes pronunciarte o cuándo permanecer callado es, como punto de partida, más un adorno que un defecto. Seguro que, si buscamos en Google, habrá cientos de frases sobre este asunto atribuidas a cualquier filósofo griego o, en el peor de los casos, al siempre recurrente Paulo Coelho, tan presente en los azucarillos. Pero no se equivoquen, les aseguro que no pretendo en este artículo hacer una analogía entre el gobierno local y aquellos sabios antiguos, más que nada porque no hay comparación posible. Ni de sobres de azúcar, aunque quienes me ocupan también, como estos, se diluyeron con rapidez.

Desde el minuto uno de esta legislatura hemos pedido a Vegara que exponga su opinión sobre determinados temas de interés general para todos los oriolanos. Ya son muchas las cuestiones debatidas en sesión plenaria y no pocas las iniciativas -en su mayoría heredadas- que el gobierno de PP y VOX han puesto sobre la mesa para su debate y posterior votación: modificaciones presupuestarias, procedimientos urbanísticos y patrimoniales, ordenanzas… ¡Y el presupuesto!
Como es natural, el reparto competencial entre todos los miembros del gobierno descarga de trabajo al alcalde en la tramitación de expedientes y en el seguimiento diario de los mismos, pero su condición de primer edil le exige y le compromete a conocer, si no todos, sí aquellos que tienen una mayor trascendencia para la institución cuyo máximo responsable es –no lo olvidemos- él. A conocerlos y explicarlos. Justificado podía estar al principio, recién llegado “al trono”, cuando aún estaba “en fase de prácticas”, pero el paso de los meses sigue confirmando que Orihuela solo tiene alcalde para poner medallas, descubrir plaquitas y cantar “Cumpleaños feliz”. Será el respeto que el cargo me merece el motivo por el que defiendo que ser el primero de los oriolanos te obliga a asumir directamente responsabilidades y a dar explicaciones por más que estas pueden ser bien o mal recibidas por tus vecinos. Dedicarse a esto de lo público te obliga no pocas veces a tragarte sapos con frecuencia indigestos.

Pero Vegara está cada vez más lejos de esa intención. Si hasta ahora teníamos un alcalde refugiado en un mutismo selectivo preso, posiblemente, de sus temores e inseguridades –las propias y las de saberse rodeado de un grupo en el que el talento y la capacidad de trabajo no existen-, en los últimos meses y después de un torrente incontenible de meteduras de pata de un equipo, el suyo, empeñado en hacer las cosas mal, su reacción no ha sido la de ponerse el mono de trabajo, dejar de soplar velas y abandonar su fútil papel de maestro de ceremonias en cualquier “sarao” que se precie –que habría sido lo correcto, lo sensato-, sino la de bloquear el acceso a la información, impedir que la oposición saca a la luz todo lo malo está ocurriendo en Orihuela desde que él asumió las riendas del municipio e impedir que los oriolanos sepan la verdad de su nefasta gestión. Da igual que sea por las luces de Navidad, por lo que está ocurriendo en la desembocadura del río Nacimiento en Campoamor mientras escribo estas líneas, por los engaños que esconde el presupuesto recién aprobado, por la cabalgata, por Malú, por la bandera azul perdida, las amenazas y coacciones en Orihuela Cultural o cualquier tema que se nos ocurra. Y claro, ¿cómo va a hablar él de la hacienda oriolana con la que tiene encima? De hecho, hasta le puso otro nombre a la concejalía de Hacienda. Son tantos…

Resulta cuanto menos curioso y hasta inquietante que ahora que PP y VOX dan los primeros pasos para gestionar las basuras a través de una sociedad municipal que llevaba años dormida puesta en manos de un “histórico” popular, el alcalde se apresure a bloquear el acceso a la información. Sin duda, Vegara reproduce ya en muy pocos meses los peores vicios de quienes le precedieron en el cargo bajo el paraguas de las mismas siglas que él representa. Que la prensa y el resto de grupos municipales cuentan sus tropelías, pues no le damos acceso a los expedientes; que la oposición trabaja y nos lleva vigilados, pues le cerramos el registro. Estén – nosotros seguiremos estando- atentos de ahora en adelante a lo que ocurre con esto porque es muy probable que el cortocircuito informativo provocado por el alcalde empiece a exhalar un aroma fétido más pronto que tarde. Las basuras, siempre las basuras… ¿Recuerdan que cuando no hace mucho un equipo iba mal y arreciaban las críticas contra el entrenador, los futbolistas o el presidente lo primero que hacían era romper con la prensa y entrenar a puerta cerrada? ¿O ese presidente del gobierno al que solo le gusta hablar a través de un plasma? Algo parecido es esto que está ocurriendo en la Orihuela de Vegara.

La falta de argumentos para defender su labor, las oscuras intenciones en cuanto a basuras o urbanismo, el desconocimiento absoluto de lo que se lleva entre manos y el doble vértigo que genera saber, por un lado, que quienes te acompañan no te mejoran y quienes, por otro, te vigilan, tienen precisión de cirujano para meter el bisturí, imponen la necesidad de buscar mecanismos de autoprotección para no quedar en evidencia. Por eso, este alcalde de vacía retórica alta de miras, que huye del debate y el conflicto, de aparente bonhomía y cordialidad, de chascarrillo fácil y de tono engañosamente generoso es el mismo que no habilita despachos, se recrea en la opacidad y miente con sofisticado disimulo. Un lobo con piel de cordero. No sé a ustedes, pero a nosotros no nos engaña.

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