A propósito de…LX

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¡Quién rescata a los niños!

Laura F.

Recuerdo cómo hace apenas cincuenta años nos lamentábamos de nuestra situación, como deportistas españoles, de nuestro papel en Europa y en el mundo. Las causas eran variadas, entre ellas y la principal, nuestra situación política. Pero la que se mencionaba, mitad en serio mitad en broma, era la de la alimentación. Viviendo en un período de posguerra en el que la escasez de alimentos fue brutal, se bromeaba con el tamaño y fortaleza de los españoles: bajitos, morenos y un poco peludos. Para darnos una idea, nuestro querido actor Alfredo Landa representaba muy bien al español medio. ¡Es que somos de la quinta del Pelargón! Bromeaban. Aunque en el fondo se sabía que el desarrollo físico del español o española era muy precario y por eso, no “dábamos la talla.”

Eso no quería decir que nuestra altura intelectual no lo fuera, pues teníamos (y tenemos) para dar y vender. Pero en lo tocante a desarrollo físico…Ahí si que estábamos un poco enanos. Algunos se preguntarán que es eso del Pelargón. Ante la paupérrima dieta infantil, allá por el 1944, el gobierno distribuyó este producto, que no era más que leche en polvo. Como la dieta española era baja en calorías, muchos niños crecían con síntomas de raquitismo junto a enfermedades como viruela, polio, etc. Imaginaos los mozos y mozas que éramos los españoles. Así que cuando se veía a niños bien constituidos y lozanos, enseguida se sabía de qué estrato social procedían. Que por cierto, eran muy pocos. Cierto es que la promoción deportiva estaba entre el atletismo, el fútbol y el ciclismo, se veían más como medio de salir de la miseria que como amor al deporte.

Por otro lado en la escuela no estaba muy poblada, aunque la enseñanza era obligatoria el absentismo escolar era muy grande, alternando la asistencia a la escuela con el trabajo en el campo. Bien porque se necesitaba el salario que pudiera llevar el hijo y, en el caso de las niñas, se quedaban en la casa haciendo las labores propias mientras la madre trabajaba en la huerta. ¡Como mucho se estimuló la Formación Profesional! Pero de aquella manera.

Estas reflexiones me vienen a la cabeza porque la vida es una rueda, pero de las que en el camino se encuentra, cada vez más grandes, las piedras que el impiden avanzar. La vida da vueltas, todos y cada uno de nosotros hacemos y contribuimos a la historia, incluso la repasamos cuando la estudiamos, pero nada aprendemos de ella. La rueda de la historia de España ha tardado sólo cincuenta años en llegar al punto del cual partió. Otra vez estamos en las mismas condiciones de antaño: niños en situación de pobreza que llega a la desnutrición, niños que sufren la tragedia (a veces violencia) que se desata en los hogares porque no hay ingresos, otra vez al hurgar en los contenedores de basura, otra vez camisetas rotas en las vestimentas infantiles, zapatos rotos porque todavía “mi madre no me ha comprado otros”, otra vez emigran cerebros, otra vez , otra vez, otra vez.

Pero hay una diferencia. Antes hubo futuro, esperanza; hoy, hay desesperanza y no se ve el futuro por ninguna parte. ¡PERO CÓMO SE PUEDE CONSENTIR QUE HAYA NIÑOS EN ESPAÑA, QUE PASEN HAMBRE! Causada por los mismos que les han prometido el oro y el moro. Por esos que vemos en iglesias y ceremonias religiosas, que se rodean de obispos y curas para que se les vea, esos que manejan dinero que procede del sudor y de la vida   de los ciudadanos, fortunas que pasan de unos a otros en bancos, cargos y prebendas, chapuzas y mentiras.

Esos que no tienen escrúpulos para prometer y engañar. Esos que todo se les va en palabrería y que se sientan en buenas mesas y viven en “casoplones” ganados sin mérito, mientras hay niños que pasan hambre porque sus padres se les ha quitado la dignidad que da el trabajo. Y no es demagogia, como dirán algunos que hago. No cuando quita la dignidad no la devuelve de otra manera, pues que no se ven medidas de inversiones para crear empleo. Políticas facilonas que cualquiera de nosotros podría hacer. Así que la historia ha vuelto a empezar. ¡Bueno, en una cosa, no! Antiguamente en la escuela se pasaba verdadera necesidad tanto maestros como alumnos. Ahora es un lugar en el que el niño “mata” el hambre, por lo menos una vez al día.

Y aquí estamos, viéndolas venir, esperando un milagro del cielo que nos devuelva a la “normalidad” que teníamos. Pero esta no volverá. Y esta generación que sufre la penuria volverá a ser demacrada, dejaremos de ser figuras del deporte (no importa porque se compran, como las coca-colas), volveremos a la mediocridad nacional y nuestros chicos y chicas volverán a la huerta o a la fábrica (los que sepan y puedan). Pero mientras… ¿Quién va a rescatar a estos niños, quién les borrará el sufrimiento? Me avergüenzo de un país que consiente que los niños sufran.

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