Wahnfried

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Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro

Joaquín Marín / Fotografía

Venecia y febrero de 1883, hace ciento cuarenta años. Por los canales de la ciudad, doce remeros transportan en una góndola el féretro de Richard Wagner. Destino, la estación de ferrocarril. Lo enterrarán en Bayreuth, Baviera. Tras el estreno de «Parsifal», agotado y enfermo, buscando descanso y salud, el compositor se había trasladado a la capital del Véneto junto a su esposa Cósima Liszt. Instalados en el palacio Vendramin-Caleri allí le llegó la muerte. Era día trece. —Mi reloj —dicen que fueron sus últimas palabras. Pero ya no necesitaba saber la hora porque su hora había llegado. Infarto de miocardio.

Antes de que las fanfarrias desde el balcón del Festspielhaus en la colina de Bayreuth avisen del inminente inicio del concierto, conviene haber visitado Wahnfried, la villa donde residió Wagner. Wahnfried es palabra compuesta por «locura» y «paz». Hay quienes en vez de locura traducen «ilusión». Otros, «imaginación». Al cabo sinóminos. En el frontispicio de la residencia reza un lema dictado por Wagner: «Aquí es donde mi locura halla paz –en Wahnfried– así será llamada esta casa por mí». Y en el jardín de Wahnfried, las tumbas de Wagner, Cósima y el perro Russ. Wagner apreciaba a los perros.

Entrar en la vivienda de Wahnfried, desde 1976 convertida en museo wagneriano, sonando de fondo el preludio de «Tristán e Isolda», en penumbra embaucadora, procura una emoción inolvidable. Lo vivimos en el verano de 1995. Uno se apunta a un viaje con un objetivo concreto, entonces asistir al festival de Bayreuth para disfrutar precisamente de «Tristán e Isolda», aquel año dirigida por Barenboim y… Y en la mañana previa a la representación, visitando la villa explotan las emociones saciando con creces toda expectativa. Un aperitivo que satisface cualquier apetito emocional.

De antemano llevábamos cargada la mochila sentimental paseando, de camino a Bayreuth, por Zurich; donde el enamoramiento entre Wagner y Mathilde Wesendock, aventura afectiva que inspirará y se reflejará en «Tristán e Isolda». Una orden de arresto contra Wagner por participar en la revolución de Dresde en 1849 le había llevado al exilio suizo. Y en el exilio… Romántica pasión. ¡Wagner!

1 Comentario

  1. Muy interesante.
    Este compositor es inconfundible, además de por su obra, por ese gesto (entre enfado y genialidad) que lo caracterizó.
    Propuesta interesante de visita cultural.

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