A propósito de…LXVII

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Platón

¿Consentiremos matar la música?

Laura F.
 

Nuestra primera escuela es la familia y su entorno. A través de nuestra familia aprendemos a expresarnos, socializarnos, a descubrir las formas de comportamiento, sensibilizarnos de lo que escuchamos, en sus explicaciones, comentarios, costumbres, etc. Pero como no todos tenemos los mismos gustos, las mismas creencias o no sabemos transmitirlos, es por lo que muchos padres delegan en la escuela. Algunos, incluso confían y respetan a los profesionales de la educación porque «saben» enseñarles lo que ellos no pueden o no saben.

De tal manera que se imparten una serie de materias, las cuales son sumamente necesarias para formar a un ser humano en función de su futuro. Todas ellas encaminan a que los alumnos sepan encontrar su destino como profesionales y como seres humanos dignos, críticos, éticos, responsables, laboriosos, con un mínimo de cultura y que nadie les manipule y decidan por ellos mismos. No sólo es enseñarles datos, sino razonarlos y disfrutarlos. Evidentemente, aprovecharé en este artículo la “necesidad” de “todas” las asignaturas, incluida la mía. Pero, con todo esto, que en treinta y cinco años de democracia haya habido siete leyes educativas y que el fracaso escolar siga empeorando no tienen explicación lógica. Me pregunto quiénes son los expertos que elaboran estas leyes que nos llevan para atrás. Esta última es otro parche sobre una cámara de la rueda a la que ya no le caben más y terminará por explotarle al ciclista. En este caso al país. La última sorpresa que nos ha dejado a todos los maestros cuadriculados es que la asignatura de Música va a ser optativa. Materia importantísima en el desarrollo intelectual del alumno.

Todo el mundo sabe la que música son números, que su relación con las matemáticas, el lenguaje y la comunicación son inseparables. Es beneficiosa para el aspecto físico de nuestro cuerpo, pues nuestro pulso tiende a sincronizarse con el compás, eleva la estructura molecular del organismo (Jean Houston, Ph D.) Cuando cuerpo y música entran en sintonía, es cuando aprendemos mejor, estamos más conscientes y alerta. Hay unos especialistas en el tema del que Wert, por su insensibilidad no debe conocer, (Webb y Webb) que describe los efectos de la música en la mente y en el cuerpo: reducen el dolor, acelera la sanación… Pero el efecto en el mundo educativo es básico y elemental. ¡Pero si el bebé ya comienza a relacionarse con la música desde su nacimiento, cuando la madre le canta la nana para relajarle! Sin darnos cuenta, la música nos acompaña siempre. Se sabe que ya en Sumeria, hay constancia de instrumentos musicales. Y muchos siglos después Pitágoras, Ptolomeo, Descartes,… ¡Tontos de baba, por lo visto! Y qué decir de una asignatura que permite mostrar sentimientos que de otra forma no se puede, de la estimulación en aquellos niños que sufre algún tipo de disminución psíquica, depresiones e incluso ayudan a salir del coma, y que la música es su mayor o el único del disfrute.

Puedo hablar con total autoridad sobre el tema dado el proyecto educativo que se lleva a cabo en mi centro escolar. Consiste, básicamente de dos partes. Una teórica, de aula propiamente dicha, en la que a los niños y niñas se les enseña todos los aspectos culturales en torno al tipo de música que hemos elegido por ser la más adecuada a las características de nuestros alumnos. La otra parte es práctica, consistente en talleres, dentro del horario escolar, a los que asisten según sus cualidades. Todo gira en torno a la música: baile, guitarra, cajón, poesía, teatro, pintura; y los chiquillos han mejorado notablemente en sus comportamientos con el grupo, de forma individual, mayor interés en el aprendizaje, ilusión, estímulo. De tal manera que la vida en el centro ha cambiado para los chavales: para unos es un premio, para otros una motivación.

Ha sido en torno a la música como se ha logrado tal avance. Ustedes me dirán. ¿Cómo se podría seguir un proyecto como este, tan beneficioso, sin la música, sin un especialista en la materia? Recordemos que en cada centro tiene su proyecto, según la idiosincrasia de sus alumnos. Pero en todos y de diferentes maneras la música es indispensable. ¿Les quitamos la posibilidad de seguir desarrollando su personalidad, su futuro y sus cualidades a nuestros hijos, para que sólo sean ÚTILES para la tecnología? ¿Hacemos robots de nuestros hijos? No se pueden imaginar el descalabro educativo que se hace con esta “brillante” idea del ministro Wert. Todo, en este hombre, brilla “por su ausencia”.

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