Vaciando el aire de las caracolas…CXXX

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Distinguida

Distinguida

Mateo Marco Amorós
 
 

Al margen de la desconfianza fundada del historiador Gisbert ante algunas tesis de los cronistas oriolanos que le precedieron, en su «Historia de Orihuela» nos trae, bebiendo del erudito José Montesinos, un episodio que nos ha interesado por lo que anuncia de devoción a la Cruz en Orihuela y protagonismo y solidaridad femeninos. Esto al margen, insistimos, de la tramoya históricamente menos creíble que construyeron aquellos cronistas con las mimbres de los falsos cronicones.

El episodio parte de una carta que el propio emperador Constantino habría enviado a Orihuela. Nada más y nada menos que una carta del emperador romano recibida en Orihuela el 19 de junio del año 329. «A vosotros mis amados nobles y leales hijos y moradores de la siempre augusta ciudad de Orihuela (…)». Así comenzaba la hipotética misiva imperial a decir de los cronistas. Misiva en la que el emperador insta a los oriolanos a venerar la Cruz y a que: «en la principal iglesia coloquéis su imagen con alistamiento de cofradía».

El altar mayor en Santa Justa honra esta solicitud, recordándonos la iglesia del colegio de nuestra infancia en Villena. La iglesia del colegio de los padres salesianos en Villena, dedicada a María Auxiliadora, que tantos años frecuentamos, tenía un gran cristo crucificado sobre el altar mayor.

El historiador Gisbert, desconfiando con razón de algunos datos, sigue citando al oriolano Montesinos. Y José Montesinos Pérez y Martínez de Orumbella habla, entre otras cosas, de que el 24 de junio del 329, a los pocos días de haber recibido la hipotética carta imperial, se celebró una procesión general llevando la Cruz. Y que por entonces se fundó la «ilustre, antigua e imperial cofradía de la Santísima Cruz, llamada comúnmente de las victorias de Constantino». Cofradía que Esplugues denominó «Orden militar de la Santa Cruz constantiniana». La congregación estaba compuesta por hombres y mujeres obligatoriamente nobles de condición, «con absoluta separación de los unos y de las otras». Un Mayor regía la sección de hombres. La de mujeres estaba dirigida por el cargo denominado «Gran Distinguida», cargo que recayó en Victoria de Amalfis, doncella oriolana. Los cofrades se significaban por una misma divisa; si bien, las mujeres llevaban el cordón blanco «que pendía del cuello a manera de rosario». En el mes de marzo celebraban las mujeres su festividad y acudían a los hospitales a cuidar enfermos. Cruz y solidaridad, hermosas señas de identidad para Orihuela.

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