Escombros

Publicidad

Mateo Marco Amorós / Uno de aquellos

Imagen / Joaquín Marín

Las enciclopedias dicen que el cóndor es ave muy grande, negra y longeva. Negra de negro azabache con algunas plumas blancas alrededor del cuello y en parte de las alas. Que tiene un pico terminado en gancho de borde muy cortante, cabeza carente de plumas y de color rojo, que cambia de tonalidad según su estado emocional. Carroñera, se alimenta de animales muertos. Empezando por los puntos más blandos: ojos, lengua, ano, ubre o testículos, abdomen y entrepierna. Luego, con su pico cortante, abre la piel y prosigue la pitanza. Los incas creían que el cóndor era inmortal. Que tras inmolarse, precipitándose al vacío contra rocas, renacía. Ave fénix al cabo. Y ave, también, motor del sol. Aupándolo para su periplo cotidiano. Pero aquel cóndor legión no trajo la luz solar, sino las tinieblas.

El veintiséis de abril de 1937 –ha hecho este año ochenta años– la villa de Guernica, cuna y caserío de los fueros vascos, fue bombardeada por la aviación alemana de la Legión Cóndor. También participaron aviones italianos. Durante doscientos minutos o más, desde las cuatro y veinte de la tarde hasta casi las ocho, durante más de tres horas, la villa fue pasto de bombas y disparos de ametralladora. Aviones Heinkel, Dornier, Savoia-Marchetti, Fiat Cr, Messerchmitt y Junkers convirtieron la población en escombro.

Que ochenta años después aún estemos discutiendo sobre responsables del bombardeo y sobre el número de víctimas, denuncia el veneno de la manipulación de la Historia como arma propagandística. Ya se sabe que en las guerras la primera víctima es la verdad. El bombardeo de Guernica, un ejemplo.

Los datos chocan al contrastar la diversa documentación. Según el informe emitido por el gobierno vasco en 1937, murieron más de dos mil personas. Los últimos cálculos realizados en 2016 por el Centro de Documentación del Bombardeo de Guernica computan ciento setenta y cuatro víctimas registradas, más un número inconcreto sin identificar. Lo que parece estar claro es que la ciudad fue destruida casi en su totalidad. Esto y que mandos franquistas estuvieron al tanto del bombardeo. O no. Fue un día de mercado. Claro.

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*