Anatomía de la melancolía: Ante el spam

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Por Mateo Marco Amorós

Fotografía de Joaquín Marín

Reconozco que cada vez que consultando el correo electrónico activo la carpeta Spam resulta un ejercicio que me reconforta, porque alimenta mi autoestima al descubrirme muy desprendido, sin atadura por lo material. Ni se me ocurre entrar en esos correos, pero me satisface curiosear el asunto y borrar y borrar despreciando las generosidades que me ofrecen.

Así, no me importa renunciar a un regalo por ser «cliente fiel» de una tienda en la que nunca he comprado. Y el cebo argumenta que por mi continua lealtad. Como no me importa renunciar a electrodomésticos varios, gratis total. Y quien dice electrodomésticos, dice un juego de destornilladores o unas almohadas o golosos ahorros en el consumo energético. Y a pedidos que no he pedido y… el último, a una cámara de vídeo invisible. Éste me recuerda el divulgado caso, publicado y denunciado en la prensa gallega, del pontevedrés que compró por internet un aumentador de pene y recibió una lupa. Por ello sospecho que la cámara invisible perfectamente pudiera tratarse de una caja que abriéndola esté vacía, o todo lo más llena de algunas virutas de papel o de plástico con burbujas, pero nada más; amortiguando el timo de una cámara invisible que por invisible no se sabe de ella.

A no ser que sea esa cámara misteriosa que según otros correos basura nos ha grabado pillándonos con las manos en la… en la masa, protagonizando alguna acción íntima ante el ordenador viendo páginas que no consultamos, chantajeándonos con difundir esas hipotéticas imágenes que nunca pudieron ser. Otros correos menos graciosos son los que nos hablan de multas, devoluciones o deudas con Hacienda, herencias pendientes y blablablá. Ale, todo eliminado.

Dicen unos que «spam» es un acrónimo formado por los términos «spice» y «ham». Otros que viene de Shoulder of Pork Ham. Los Monty Python popularizaron el concepto, canción incluida, en un sketch televisado en 1970. Sea su origen el que sea, se nos ha quedado también para esos correos porquería que aparentando ser cuerno de la abundancia resultan caja de Pandora. Así que ante el spam, mejor desprendimiento que curiosidad. Mejor.

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