No soy un robot

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Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro

Joaquín Marín / Fotografía

Refiriéndonos ayer a maneras y métodos didácticos, confiando en el librillo de cada maestrillo, denunciábamos que cuando hemos manifestado desacuerdo con algunas acusaciones infundadas contra determinadas prácticas docentes, se nos instaba a reciclarnos, como basura, o a cambiar el chip, como robot.

La expresión cambiar el chip aplicada a personas siempre nos ha resultado incómoda. Nosotros la venimos escuchando desde 1986. Era en los prolegómenos experimentales de la LOGSE, la «prelogse» que dicen algunos. El diccionario de la RAE recoge lo de cambiar alguien el chip como cambiar de mentalidad o de actitud. Uno, de tanto escuchar la expresión, asimilándola al pie de la letra, examina su cuerpo en busca de esa pequeña pieza de material semiconductor, tan útil en computadoras y dispositivos electrónicos, pero no la encuentra. Es más, consciente de su diminuto tamaño, palpa, busca y rebusca con minucia. Pero nada. No hay chip que valga.

Mejor. Porque es mejor trabajar en modo persona. Esto por seguir utilizando terminología mecánica. Mejor en modo persona porque yo no soy un robot. En ocasiones lo hemos demostrado atendiendo las exigencias de algunas aplicaciones de internet. Seleccionando recuadros donde semáforos. O donde autobuses. O donde pasos de peatones. O… a saber. Otras transcribiendo un código de números y letras algo confusos, sobre todo cuando dudamos con las letras si mayúscula o minúscula o si ese signo es un uno o una ele minúscula pero… No, no soy un robot. La aplicación nos lo confirma dejándonos continuar.

No obstante, calándonos lo del chip sospechamos que por carecer del mismo es por lo que se nos acusa –padres, administración y sindicatos– de falta de formación. Y por ende somos profesores deformados. Será necesario reiterar que en los años que llevamos en la Enseñanza no hemos desdeñado el acudir, incluso como ponente, a congresos y cursos, tanto de formación específica en Geografía e Historia como en pedagogías. Si bien, es cierto que cada vez nos identificamos menos con muchos de los contenidos ofertados. Algunos cursos, por sus pomposos títulos ni siquiera sabemos qué pretenden. En fin. Será cosa de estos tiempos. Tiempos del chip.

1 Comentario

  1. Muy acertado.
    Aquí valdría el «Dime de qué presumes y te diré de qué careces»
    Vamos, tú cambia el chip que yo seguiré haciendo lo que me dé la gana.
    Pues vamos, primero que se pongan ellos al día y luego que nos exijan a los demás.
    Ya te digo.
    No soy robot

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