Un cuarto de siglo

Publicidad

Mateo Marco Amorós / Nostalgia de futuro

Joaquín Marín / Fotografía

Permítanme la perogrullada, veinticinco años es un cuarto de siglo. Preferimos decirlo así porque considerando el tiempo por porciones seculares parece que uno toma mayor conciencia de la trascendencia de una efeméride. Así que… Hace un cuarto de siglo el IES Paco Ruiz de Bigastro empezó como instituto ocupando espacios de un colegio. Era entonces el bloque oeste del edificio, el de ladrillo más oscuro y tejados a varias aguas. Luego llegó la primera ampliación, anexa al mismo, hacia levante, más el gimnasio y cantina aislados al norte y, casi ayer, también al norte, una segunda ampliación conectada con la primera. Crecimiento en tres fases. Pero nos equivocamos si reducimos la historia de un instituto a la historia de sus espacios físicos.

Cuando hemos podido hablar con importantes responsables políticos hemos agradecido, sí, las infraestructuras necesarias; pero para una buena labor educativa hay otros elementos fundamentales aparte de lo material: las personas y las leyes. Respecto a las personas, en este cuarto de siglo, el IES Paco Ruiz lo han construido –lo están construyendo– estupendas voluntades (profesorado, familias, personal no docente, políticos…). Así habrá de ser durante muchos cuartos de siglo más.

Edificios, personas, leyes, pero… Junto al Paco Ruiz contemplo dos elementos que no puedo olvidar. Uno, desaparecido. Otro muy presente, pero con frecuencia inadvertido. Nos referimos a una higuera que ya no está y a esa «escultura» del patio de entrada que sí que está. La higuera es arraigo, pero no está. Alguna vez, acordándonos de esa higuera junto al antiguo patio nos hemos visto como ella, arraigo y, algún día, ni sombra. Y la «escultura»… Siempre, con sus afanes churriguerescos, nos pareció enigmática. ¿Merengue?… ¿Llama?… ¿Mojón?… ¡Enigma! Como el monolito en «2001: Una odisea del espacio».

Cuando descubrimos que la escultura es fuente, recelamos que fuera la fuente de la legislación educativa. Enigmática, pretenciosa… Pero, sin agua, incapaz de saciar la sed de aprendizaje. Suerte el entusiasmo del profesorado y suerte los esquejes de la higuera que hayamos podido injertar en generaciones bigastrenses para arraigo de humanidad, cultura, ciencia y conciencia. Para mejorar en sabidurías y bondades.

Sé el primero en comentar

Deja tu comentario

Tu dirección de correo no será publicada.


*