Vaciando el aire de las caracolas…CIII

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Caralampio

Caralampio

Mateo Marco Amorós
 

DIGO YO: Que hablando hace poco de aforismos, al hilo del libro «Ars Fragminis» de José María Piñeiro, nos vino a la memoria, en Orihuela, la figura de Caralampio Ruiz Martínez, Caralampio «El Sabio». En el diccionario biográfico «Personajes en la Historia de Orihuela» de Aníbal Bueno, entre otros datos se nos informa que Caralampio Ruiz nació en Orihuela el 27 de noviembre de 1893. Que desde los nueve años, como aprendiz, ejerció de barbero. Que a los veintidós compró su propia barbería en la calle Calderón de la Barca. Que más tarde consiguió su título de practicante. Que en la cristalera de su negocio, escritos con un pincel, fue divulgando sus «pensamientos caralampianos». Que estos pensamientos fueron publicados en 1980 y reeditados en 1990 bajo el título «Digo yo: Novecientas ochenta frases de mundología caralampiana». Que…

Barbero de profesión, practicante por tesón y pensador por vocación, el sabio Caralampio ilustró a sus paisanos con máximas breves que a modo de transparencia plasmaba en el escaparate de su negocio. Moralejas precedidas siempre por el «DIGO YO.» Personaje popular, lo que de oídas conocíamos de él, era todo jocoso. Todo o casi todo en torno al popular barbero sonaba a chirigota. Por ejemplo anécdotas como aquella del cráneo de Caralampio, a saber un cráneo megaencéfalo, analizado por un tal J. Lane del Departamento de Neurocirugía del Centro Médico de Browngton en Nueva York; o aquello del submarino de los americanos por el litoral mediterráneo detectando por radar inteligencias, entre ellas la de Caralampio. Esto y otras bromas a las que, en algún caso, el propio barbero se prestó.

Pero cuando por gentileza de nuestro amigo Alberto Cánovas conocimos el libro de Caralampio nos pareció injusto reducir al barbero de persona a bufón. Y se nos desdibujó la caricatura que de él teníamos porque descubrimos que en sus pensamientos había más profundidad que ocurrencia, más sabiduría que chuscada. Descubrimos sensatez y ciertamente sapiencia. Ingenio. Y hasta poesía. Y humildad. Como cuando escribe: «DIGO YO: Yo no soy más que un pobre trajinador de mi cerebro y lo pongo al servicio de este mundo por si aprovecha para algo.»

Recordando hoy a Caralampio Ruiz Martínez, Caralampio «El Sabio», trajinador de su cerebro, duele cómo en ocasiones, en sociedad, reducimos a ripio a las personas. Si nuestro barbero no fue filósofo, sí se salva como pensador. Y lejos de ser un bobo. Digo yo.

1 Comentario

  1. Tienes razón, Mateo. Yo también tenía ese concepto de este hombre. Y ocurre que el otro día me encontré en casa su libro, en la edición primera, la de 1980. Leí unos cuantos aforismos y me parecieron algo más que meras ocurrencias de la época.

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