Vaciando el aire de las caracolas…CXX

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Patrimonio

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Mateo Marco Amorós

El semanario orcelitano «El Pueblo» en su edición de veintisiete de julio de 1927 dedica su primera página a defender a Orihuela como «sitio» de interés nacional y atracción turístico. A tres columnas. Con fecha quince de julio se había promulgado una Real Orden sobre declaración de Sitios y Monumentos Naturales de Interés Nacional. Para el periódico local, Orihuela merecía ser «sitio de Interés Nacional», por ello afirma: «Para la atracción de turismo Orihuela reúne condiciones insuperables en la provincia y se deja aventajar por muy pocas poblaciones en España.»

Para argumentarlo, por un lado se glosan las bellezas naturales; por otro, el patrimonio histórico, artístico y arquitectónico. Como bellezas naturales se reivindica el contraste de las montañas peladas, áridas y secas –peladas, áridas y secas dice en 1927– con la huerta feraz, «ubérrima, como no hay otra en el agro español». También se reivindica como espacio interesante el palmeral de San Antón, «que a poco que se le cuide, ordene y embellezca compite ventajosamente con los de Elche». La citada Real Orden consideraba «sitio de Interés Nacional» el palmeral ilicitano.

Los naranjales, los cáñamos, los jardines, los recodos del río, los cañaverales, la antigua barraca, las vistas desde el Seminario… se suman como atractivos naturales oriolanos. Y a estos añade el patrimonio histórico de la ciudad: El castillo, el barrio del Rabaloche, San Cristóbal, San Antón, los yacimientos prehistóricos… Monumentos como Santo Domingo, Santiago, Santa Justa y la Catedral… Obras como el Santo Tomás de Velázquez, el altar de Santa Catalina de Monzó, obras de Hernandos en Monserrate, pinturas de Vicente López y de Agrasot, rejas de Viveros, tallados de Borja, esculturas de Salzillo y Bussi… Los palacios de Arneva, Pinohermoso, Cheles, Béjar, Episcopal, la casa del Paso… También los diferentes archivos históricos públicos y privados. Pero… «No hay más que ponerlo todo en condiciones de ser visitado.» Aquí el reto que ya se plantea en 1927. Repetimos: «ponerlo todo en condiciones de ser visitado».

Y ante el reto, se manifiesta un tópico lamento: «Cualquier ciudad italiana, francesa o suiza que poseyese nuestras bellezas naturales y nuestras riquezas artísticas sería un notabilísimo centro de atracción y habría sido celebrada como ‘sitio’ obligado de visita de turistas.» Ante reto y lamento, se anima a los paisanos para que reivindiquen esa catalogación convencidos de elevar a la ciudad a la categoría de Sitio de Interés Nacional y atracción turístico que merece.

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