Nomofobia, vivir pendiente del móvil

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Las nuevas tecnologías suponen grandes beneficios para nuestra sociedad pero también han provocado la aparición de nuevos problemas como la adicción al teléfono

Las nuevas tecnologías, como internet, las redes sociales, los videojuegos o los teléfonos móviles constituyen sin duda referentes de la época social en la que vivimos, así como también suponen grandes beneficios para nuestra sociedad (mayor facilidad de contactos y acceso a la información en cualquier parte del mundo y a cualquier hora).

Sin embargo, también han provocado la aparición de nuevos problemas como la adicción a las nuevas tecnologías.

¿Qué es la nomofobia?

Nomofobia es el miedo incontrolable a salir de casa sin el teléfono móvil.  Este término es una abreviatura de “no-mobile-phone phobia”, término acuñado durante un estudio sobre la estimación de la ansiedad que sufren los usuarios de teléfonos móviles y que reveló que en Reino Unido por ejemplo el 53% de los usuarios de teléfonos móviles tienden a sentir ansiedad ante su pérdida, al agotarse la batería o el saldo, o cuando no tienen cobertura.

Los niveles de estrés de una persona con nomofobia se equipararían a los del día previo a la boda o a entrar al quirófano, siendo las razones principales referidas para que la ansiedad se manifieste estar «aislado de llamadas o mensajes de familiares y amigos».

Adicciones sin sustancias

El propio término «adicción tecnológica» no está recogido en la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Aunque numerosos profesionales plantean considerar la existencia de conductas adictivas más allá de las producidas por el consumo de sustancias, y la inclusión de una nueva categoría «trastornos no relacionados con sustancias» o «adicciones conductuales», instándose la inclusión de la adicción a internet o a los dispositivos móviles.

Sin embargo hay grandes diferencias entre las drogodependencias y las adicciones tecnológicas: La fundamental es que se trata de una conducta que en sí no es nociva (como sí lo son muchas sustancias tóxicas) y no provoca el grave deterioro orgánico de las drogodependencias.

Pero la adicción no solo se produce por los efectos químicos de las sustancias, y en adolescentes con el uso masivo del móvil se descubren comportamientos similares a los que se describen en los criterios de dependencia a ciertas drogas.

Nuestro enfoque ante este problema, desde un acercamiento psicosocial, parte de que los trastornos no se producen de manera aislada en una persona sino que resultan de la conjunción de múltiples factores.

Así, una persona que sea incapaz (o encuentre dificultades) para controlar el uso del móvil puede manifestar además problemas económicos, personales, laborales, familiares, educativos o sociales.

La nomofobia como adicción conductual

Si una persona pierde el control sobre una conducta placentera, que luego se destaca y sobresale sobre el resto de actividades de su vida se ha convertido en un adicto conductual.

Las más frecuentes o conocidas adicciones conductuales son: Los trastornos por juegos de apuestas (ludopatía), la adicción a internet y a las nuevas tecnologías virtuales, las compras compulsivas, la adicción al sexo y la adicción al trabajo, y sus síntomas principales son:

– Intenso deseo, ansia o necesidad imparable de concretar la actividad placentera.

– Pérdida progresiva del control sobre la misma, hasta llegar al descontrol.

– Descuido de las actividades habituales previas, tanto las familiares como las académicas, laborales o de tiempo libre.

– Estas consecuencias negativas suelen ser advertidas por personas allegadas que se lo comunican a la persona adicta, quien a pesar de ello no detiene la actividad y se pone a la defensiva negando el problema que padece.

– Progresiva focalización de las relaciones, actividades e intereses en torno a la adicción, con descuido o abandono de los intereses y relaciones previas, ajenas a la conducta adictiva.

– Irritabilidad y malestar ante la imposibilidad de concretar el patrón o secuencia adictiva (abstinencia) e imposibilidad de dejar de hacerlo, pasado un corto espacio de tiempo.

 En cuanto a la predisposición y la vulnerabilidad para que un sujeto desarrolle una adicción en general y a las tecnologías de la información y la comunicación en particular, el riesgo aumenta cuando existe:

– Dificultad para el afrontamiento de problemas.

– Baja autoestima.

– Impulsividad y no tolerancia a estímulos físicos o psíquicos desagradables como el dolor o la tristeza.

– Un ánimo depresivo.

– La búsqueda de emociones fuertes. 

Origen y desarrollo de la patología

Desde una perspectiva conductual o de la teoría del aprendizaje todas las conductas adictivas se activan al comienzo mediante un mecanismo de refuerzo positivo, pero a medida que la conducta se perpetúa dicho reforzador acaba siendo negativo y responde a la necesidad de NO experimentar malestar o abstinencia.

Algunas conductas normales, incluso saludables, se pueden convertir en anormales de un momento a otro, según la frecuencia, intensidad o el tiempo y dinero invertidos.

Como ocurre en las adicciones químicas, las personas adictas manifiestan una serie de efectos cuando no pueden llevar a cabo la conducta:

Síndrome de abstinencia: Caracterizado por un profundo malestar emocional (Insomnio, irritabilidad e inquietud).

Negación como mecanismo de defensa: Es difícil que un adicto se considere como tal y acepte el rótulo diagnóstico. Cuando la adicción conductual avanza en los comportamientos se vuelven automáticos, son activados por las emociones e impulsos, con pobre control sobre sí mismo y autocrítica sobre el problema. El adicto está necesitado de gratificación inmediata y no repara en las posibles consecuencias negativas de esa conducta.

Conducta: La persona que sufre adicción a internet se caracteriza por tiempos de conexión muy prolongados con fines recreativos a lo largo del día (descuidando otras áreas importantes de su vida como las relaciones sociales, el trabajo, la alimentación o el descanso).

Más que hablar de un perfil de adicto a las TICs hay que hablar de personas propensas a sufrir adicciones de cualquier tipo. Un sujeto vulnerable corre el riesgo de convertirse en adicto si comprueba que puede obtener recompensas inmediatas y si cuenta con algún tipo de adicción disponible que le complazca especialmente.

Entre los factores que pueden desencadenar el cuadro adictivo se encuentran:

– Estar sometido a circunstancias adversas en lo cotidiano (fracaso escolar, frustraciones afectivas, bullying…).

– Ser impulsado por el grupo de pares con quienes se identifica.

– O una sensación de vacío existencial, aislamiento social o falta de objetivos.

Respecto a los aspectos diagnósticos relacionados con el género parece ser que los varones presentan tasas más elevadas de este trastorno, aunque esta brecha de género se podría estar estrechando.

Señales de alarma

Para muchas personas jóvenes lo que está sucediendo en sus pantallas es más importante que lo que pasa justo a su lado. Tienen miedo a «quedarse fuera», con dependencia de una vida paralela en las redes sociales.

Las principales señales de alarma que denotan una adicción a internet o a las redes sociales y que pueden ser un reflejo de la conversión de una afición en una adicción son:

– Privarse del sueño (más de 5 horas), para estar conectado a la red, a la que se dedica tiempos de conexión anormalmente altos.

– Descuidar otras actividades importantes como el contacto y el compartir con la familia, las relaciones sociales, el estudio o el cuidado de la salud.

– Recibir quejas en relación con el uso de alguien cercano, como los padres o hermanos, sin prestarles atención o negando el uso desmedido.

– Pensar en la red constantemente, incluso cuando no se está conectado a ella y sentirse irritado excesivamente cuando la conexión falla o resulta lenta.

– Intentar limitar el tiempo de conexión, pero sin conseguirlo, y perder la noción del tiempo.

– Mentir sobre el tiempo real que se está conectado.

– Aislarse socialmente, mostrarse irritable y bajar el rendimiento escolar o laboral.

Debe tenerse en cuenta que más que el número de horas conectado a la red, lo determinante es el grado de interferencia y alteración de la vida cotidiana.

Pautas de comportamiento

En la mayoría de los casos, las personas que padecen alguna adicción no siguen ningún tratamiento; sin embargo, las personas que piden ayuda consiguen mejorar su calidad de vida de manera importante.

En cualquier tratamiento ha de tenerse en cuenta que cada persona es única y el plan de ayuda debe ser personalizado, buscando restablecer y mejorar las áreas importantes de su vida: salud física y mental, relaciones familiares y sociales, trabajo, etc…

Los padres y madres tienen un papel importante en la prevención del trastorno mediante la aplicación de pautas preventivas como:

1. Acordar el número de horas de uso del ordenador limitando el tiempo de conexión.

2. Poner límites de uso (horarios de semana y fin de semana).

3. Delimitar la ubicación del ordenador en espacios de acceso común.

4. Controlar los contenidos de navegación.

5. Fomentar las relaciones sociales.

6. Estimular la realización de actividades de ocio saludables fuera del entorno digital.

7. Desarrollar actividades en grupo y el trabajo en equipo.

8. Fomentar la comunicación en el ámbito familiar.

No cabe duda que reconocer la adicción al móvil y las TICs como trastornos diferenciados contribuirá al desarrollo de nuevas técnicas y recursos para su mejor diagnóstico y tratamiento integral.

En definitiva, y para que la tecnología no se convierta en tu enemigo, debes aprender a desconectar para conectar. 

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