Prometo más Orihuela

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David Vegara
nº 13 de la candidatura Cambiemos Orihuela

«Peligro, políticos en campaña»  Así  reza la camiseta que le vi el otro día a algún compañero por ahí. Y no es para menos. En campaña electoral todo son promesas. Los políticos se ponen el disfraz de genio de la lámpara para hacer realidad todos los deseos hasta ese momento incumplidos. Su mejor sonrisa, su mejor atuendo, sus mejores titulares y sus mejores propósitos. Todo con un objetivo, ganarse la confianza de la gente y arrancarles el mayor número de votos. 

Las promesas de los políticos casi siempre implican construir algo. ¿Qué barrio no necesita una nueva plaza? ¿Qué pedanía no necesita un centro social? ¿Qué ciudad no necesita un carril bici o una ciudad deportiva? Por deformación profesional concibo la construcción como la materialización de una idea que altera o modifica un espacio. Y si algo he aprendido en la escuela de arquitectura es la responsabilidad que tenemos los técnicos al transformar un lugar. Afecta tanto al entorno como al bienestar de los ciudadanos y su futuro, a menudo de forma irreversible.

Vivimos el ocaso del boom inmobiliario en nuestro país. Sus efectos han tenido especial relevancia en nuestro municipio. Nuestra costa ha sido víctima de un modelo urbano insostenible y antisocial que ha hipotecado una gran extensión de territorio y a sus habitantes. Sin embargo, parece que poco hemos aprendido del error. Tal vez las heridas abiertas en el territorio muchos las curan con billetes.

Durante décadas todas las pedanías de Orihuela han sido las grandes olvidadas. Sin embargo, hay una que por su rentabilidad fue la más perjudicada, la Costa. Ingentes cantidades de recursos se invirtieron allí para avivar la llama de la hoguera que nos deslumbraba y que mantenía en el poder a algunos interesados. Mientras, el resto de núcleos diseminados por nuestro extenso municipio vivían al socaire de aquellos desmanes. Pero hoy solo quedan los rescoldos de la falla. 

Es curioso que construir cosas siga siendo la apuesta de muchos partidos y candidatas. En un municipio que mantiene una deuda de más de 50 millones de euros, tras haberla reducido en unos 40, muchos todavía siguen pensando que la mejor arma electoral es prometer algo que difícilmente podrán desarrollar. Máxime cuando públicamente se oponen, incluso ridiculizando, a realizar una auditoría ciudadana que dilucide de forma pública a qué se corresponden las distintas deudas y cuál es su legitimidad. ¿Si no quieres comprobar con tus ciudadanos en qué se gastó su dinero cómo piensas construir algo con un dinero que no tienes? 

Resulta que el principal problema es que muchos sigan prometiendo construir cosas para poder inaugurarlas  dentro de cuatro años. Y es que esto nunca debió ocurrir, porque es una pésima concepción de la política y una de las causas que nos ha llevado a la deslegitimación de las instituciones democráticas y del propio sistema. La ciudadanía no vive solo de ladrillos y cemento, vive de las relaciones que con esos ladrillos y ese cemento se puedan construir. 

Por eso desde Cambiemos Orihuela reclamamos la participación como elemento fundamental de transformación. No se trata de un eslogan, sino de recuperar la esencia de la democracia. Aquellos que rechazan o ridiculizan esta esencia están alejados de poder ser buenos políticos. Porque un político debe tener una buena comprensión del funcionamiento de la sociedad. Y aquel que entiende las lógicas de la sociedad sabe que los individuos se aglutinan entorno a intereses comunes, y que estos intereses o necesidades van elevándose(bottom-up). Así el político se convierte en un mediador de intereses que gestiona el conflicto social y ayuda a buscar las mejores soluciones.

En ese sentido nuestro proyecto político para Orihuela se fundamenta en aportar las herramientas para construir aquello que los oriolanos decidan de forma colectiva, en base a los recursos disponibles y las necesidades prioritarias. Para ello la ciudadanía necesita tener toda la información posible a su alcance, de forma democrática y transparente. Los papeles no se sacan de los cajones del ayuntamiento para que  se queden encima de las mesas del ayuntamiento. Se sacan a las calles para que la gente sepa que se hace con su dinero. 

Nuestra cultura política está cambiando, y eso muchos políticos miopes no lo saben ver. Por ello utilizan la ridiculización y el chantaje como defensa. Buscan garantías de poder a través del miedo. Tratan de legitimarse diciéndole a sus ciudadanos que ellos o la inestabilidad, que ellos o el paro, en una clara afrenta a los mecanismos democráticos. Pero en ese juego arrasan con la pluralidad de valores, con las ilusiones de la gente, con la diversidad de opiniones.  Sin embargo, la demanda de más democracia y menos promesas incumplibles es una realidad. Cada vez se articulan más escenarios que se escapan a su control, donde se ven sometidos a las nuevas reglas. A más de uno no le quedará más remedio que ponerse gafas o retirarse. 

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