A propósito de…LXII

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Chaplin modern

El gran Charlot

Laura F.
 

En febrero de 1914 apareció por primera vez en las pantallas de cine el personaje de Charlot. Este fue y es un compendio de vagabundo, buscavidas, sentimental, galante, tierno, pícaro… y que es capaz de transformar la situación más dramática en el momento más gracioso. Charles Chaplin expresó a través de su personaje una multitud de experiencias positivas y negativas. Su vida conoció desde lo deprimente y triste, como es vivir de la caridad, la extrema pobreza, sin padre y teniendo que, junto con su hermano, ingresar a su madre en un manicomio; desde todo esto, hasta llegar a lo más alto de lo que se puede se llegar en el mundo del arte y de la sociedad. Todas estas experiencias las llevó al cine a través de Charlot de una forma magistral. Han pasado y pasarán generaciones que verán sus películas como un descubrimiento.

No se trata de hacer un repaso de todas sus películas, pero sí de recordar aquellas en las se muestra la denuncia social el afán de riqueza desmedida que lleva a la destrucción del ser humano, Es así “La quimera del oro”. Sin olvidar los momentos hilarantes y magistrales como es comerse una bota (clavos incluidos) con cuchillo y tenedor. No tiene precio. Chaplin, como todos los genios tuvo sus luces y sus sombras. Pues por muy superdotados que sean, no dejan de ser humanos y tener sus fallos. Lo que ocurre es que “se les perdona” por el legado que dejan de calidad social y artística. La imitación que hace de Hitler en el “Gran dictador” es sublime. Es comedia, es drama y es tragedia, pero mostrada a través de una gran parodia del nazismo y de los totalitarismo. En contra, hasta el mismo gobierno americano que, en su momento se mantuvo neutral al principio. La escena de Hitler jugando con el globo terráqueo que le estalla en sus manos, dice todo.

Cuentan que Chaplin declaró que, de haber sabido lo que estaba ocurriendo en los campos de concentración, no la hubiera realizado. Pero de la gran filmografía de Chaplin la que veo que está en plena vigencia es “Tiempos modernos”. Es una película en la que muestra cómo el hombre es sustituido por las máquinas, cómo son tratados hasta el extremo de inventar un aparato para que el trabajador no tenga que descansar para comer. Es interesante en las primeras escenas ver a un rebaño de ovejas. Es el simbolismo de los trabajadores, al motón. Estos no necesitan tener cualificación, porque su cometido es una pequeña parte del engranaje de la fábrica, en este caso de la metalurgia, como es “apretar tuercas”.

El protagonista llega hasta el extremos de un ataque de nervios y es llevado al hospital, pero cuando sale se encuentra como al principio, en paro, sin subsidio de desempleo, ni de enfermedad, ni de accidente laboral. Es una mera pieza en el engranaje industrial, peor aún, con menos interés que una máquina. Todo esto acompañado de una escenas   de las que espectador no puede reprimir la risa. Pero que lleva un transfondo de tragedia social.

Una película de 1936. ¿Cuántos años han pasado? ¿Setenta y ocho años? ¿No os parece que se repite la situación, en el mundo y en España? Aunque tenemos universitarios muy cualificados y en gran número, son todavía más cuantiosos los jóvenes entre dieciséis y veinticinco años que no tienen oficio ni beneficio. Chicos y chicas que dejaron los estudios por el “boon” económico y que ahora no tienen ni trabajo ni preparación. Tenemos una serie de trabajadores de edad media, que no tienen posibilidades de empleo y que están sin trabajo porque el despido cuesta más barato.

El poco trabajo que hay se vende al postor más barato, por lo que hay poco trabajo y peor remunerado. Los derechos de justicia son muy caros, ante una injusticia laboral, quién se atreve a demandar. Una sanidad que se está dejando en manos privadas. un abandono del dependiente. Una educación en la que se ponen parches sobre parches en una carrera vertiginosa de querer mejorar de hoy para mañana. Gente que echan de sus casas dando lugar a que el índice de pobreza es extraordinario. Y cada día más impuestos, cuando hay menos dinero. Vamos hacia una masa empobrecida en manos de una oligarquía política, bancaria y económica que está llevando a los ciudadanos a una “depresión” económica y a una “depresión” emocional. Y esta es muy peligrosa porque lleva a las personas a no tener capacidad de reacción. Vamos, que nos vemos como la primera escena de “Tiempos modernos”. La esperanza está en nosotros. Os la recomiendo, muy gráfica.

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