Anatomía de la melancolía: Father and Son

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Por Mateo Marco Amorós

Imagen de Joaquín Marín

Uno, mirando hacia atrás quisiera recordar muchos de los instantes en los que moviéndole la ilusión fue feliz. Sobre todo aquellos momentos en los que compartimos, amando, ilusión y contento. Hacemos arqueo en la memoria y afortunadamente podemos vanagloriarnos al comprobar que existen, que fueron. Y trayéndolos, aún los sentimos gratos. Si bien, por muy dichosos que se presentan, como meridianos en su esencia, el tiempo los ha hecho difusos. Los sé, los saboreo de nuevo, me emocionan, pero les falta mucha de la precisión del instante. A algunos ni siquiera les puedo poner edad.

Así los primeros besos, así aquellas mariposas que nos habitaron el estómago cuando nos encontrábamos con quien centrifugaba nuestras entrañas. Tiempos –por todo amor– de «contigo pan y cebolla». Algunos de estos instantes los azuza alguna canción. Suena la música y las luces del recuerdo iluminan querencias y… Planes que no llegaron a ningún puerto. O sí. También, amistades en el presente envejecidas; como nosotros. Y amistades, otras que nos faltan, añoradas. Consejos que atendimos y no atendimos. Aquí, uno quisiera tener conciencia del porqué optamos por un camino y no otro. Certidumbre sobre qué fue aquello, si algo lo fue, que determinó que escogiéramos un destino. Que abriéramos o cerráramos una puerta u otra.

Este alud nos ha venido escuchando la canción «Father and Son» de Cat Stevens. Ya lo hemos dicho de una u otra forma: hay músicas que nos catapultan al pasado, trayéndonos vivencias sentidas. Ésta es una de ellas. Entonces, años setenta, la escuchábamos como hijo. Y seduciéndonos la disputa, apostamos por la rebeldía. Hoy, escuchándola como padre uno lamenta no haber seguido ciertas advertencias que en ella se indican recomendando la calma, el estar tranquilo cuando algo está pasando y…

Pero igual nos sucedió con Rilke. En «Tríptico», en el poema «Náufragos» reconocíamos la patada que le habíamos dado al escritor. Esto por no atender algunas de las consejas, en parte paternales, bellamente manifiestas en sus «Cartas a un joven poeta», libro que leímos con fruición. Consejas vitales que descuidamos y desoímos todas las veces que tantas veces nos precipitamos.

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